Desde El Salvador llega una historia que cruza fronteras, décadas y disciplinas, pero que tiene un corazón profundamente bonaerense.
El nuevo campeón del fútbol salvadoreño se llama Club Deportivo Luis Ángel Firpo, y ese nombre no es casual: es un homenaje directo a uno de los primeros grandes ídolos populares del deporte latinoamericano, nacido en Junín, provincia de Buenos Aires.
Una hincha, una caída y una promesa silenciosa
En 2014, cuando el “Firpo” descendió a la segunda división, las cámaras de la transmisión captaron una imagen que quedó grabada en la memoria colectiva del fútbol salvadoreño. En la tribuna, una mujer lloraba desconsolada. Se llama Cristy Ayala y es hincha del club desde siempre.
No era un llanto impostado ni una escena buscada. Era el dolor genuino de una mujer que lo acompañó incluso cuando todo se derrumbaba.
Ayer, más de una década después, Firpo volvió para ser campeón. Y en medio de los festejos, el plantel y la dirigencia tuvieron un gesto tan simple como poderoso: le entregaron el trofeo a Cristy para que lo levantara junto a los jugadores.
“Si estuvo en las malas, merecía estar en las buenas”. El fútbol, cuando es auténtico, se explica solo.
Por qué Firpo se llama Firpo
El nombre Luis Ángel Firpo tiene un peso específico enorme en la historia del deporte latinoamericano. Nacido en Junín en 1894, Firpo, apodado “el Toro Salvaje de las Pampas”, fue mucho más que un boxeador, porque fue el primer gran ídolo deportivo continental.
En una época sin televisión ni redes sociales, su figura lograba algo impensado, y era que en todas las capitales de América Latina, la gente se reuniera en plazas y cafés esperando los telegramas que informaban el resultado de sus peleas a las redacciones periodísticas.
El 14 de septiembre de 1923, cuando enfrentó a Jack Dempsey por el título mundial de los pesos pesados en Nueva York, Firpo derribó al campeón y lo arrojó fuera del ring. El fallo fue polémico, pero el impacto fue histórico.
“Un bonaerense había puesto de pie a todo un continente”.
De Junín a Centroamérica: un nombre que se volvió bandera
Semanas después de aquella pelea legendaria, en la ciudad salvadoreña de Usulután, un grupo de jóvenes fundó un club de fútbol y decidió bautizarlo Club Deportivo Luis Ángel Firpo, en homenaje a ese boxeador “de las pampas” que simbolizaba el coraje, el orgullo y la rebeldía latinoamericana.
Era más que admiración deportiva. En los años veinte, Firpo representaba la idea de que el sur podía plantarse de igual a igual frente al poder del norte. Ese significado se trasladó al club, que con el tiempo se convirtió en uno de los más populares y pasionales de El Salvador.
Por eso, más de cien años después, el nombre sigue vigente y cargado de sentido.
Fidelidad, campeonato y un lazo con Junín
La afición de Luis Ángel Firpo es considerada una de las más leales del país. Soportó descensos, burlas y desprecios, incluso de sectores de la prensa. Nunca dejó de estar. Hoy, con el título en la mano, esa fidelidad encuentra recompensa.
Desde Junín, esta consagración retumba con fuerza. No resultaría descabellado imaginar un hermanamiento simbólico con Sarmiento de Junín, el Verde bonaerense.
Algunos hasta lo sugieren por redes sociales. Ambos clubes comparten algo más que la pasión popular, también tienen como “factor común” el nombre y la ciudad de quien nació en la pampa y se hizo eterno en América.
“Que un club centroamericano lleve el nombre de un juninense y sea campeón no es una casualidad”. Es la prueba de que el deporte construye unos lazos perennes que el tiempo no rompe. Y que algunas historias, para entenderse del todo, hay que mirarlas desde ambos lados del continente.

