La decisión del Gobierno de Javier Milei de eliminar el financiamiento para la PrEP —la profilaxis previa a la exposición al VIH— del presupuesto 2026 representa un retroceso que costará vidas.
Detrás de una aparente “racionalización del gasto”, se esconde la desarticulación de una política pública que había permitido que Argentina se alineara con las recomendaciones más avanzadas en materia de salud sexual global.
Desde su implementación en 2019, la PrEP demostró ser una de las estrategias más efectivas para frenar la transmisión del virus. Se trata de un tratamiento preventivo basado en el uso controlado de antirretrovirales que reduce en más de un 90 % la posibilidad de contraer VIH.
Miles de personas, especialmente jóvenes y miembros de comunidades vulnerables, accedían a este recurso gratuito a través del sistema público de salud.
Sin embargo, el proyecto de presupuesto 2026 presentado por el Ejecutivo dejaría fuera la compra de medicamentos destinados a la PrEP y la PEP (profilaxis posterior a la exposición). En términos concretos, esto significa que el Estado ya no adquirirá los fármacos necesarios ni garantizará su distribución.
Un recorte que expone vidas
El “Programa 22”, que engloba las políticas de respuesta integral al VIH, hepatitis, tuberculosis e ITS, sufrirá una caída del 38 % en dólares en comparación con 2024, según estimaciones de la Fundación GEP. No se trata de un ajuste simbólico: implica menos insumos, menos campañas, menos diagnósticos y menos vidas protegidas.
La PrEP no es un lujo ni un capricho de laboratorio. Es una herramienta preventiva avalada por la Organización Mundial de la Salud y adoptada por más de 70 países como política sanitaria. Cada dólar invertido en prevención ahorra decenas en tratamientos futuros y, sobre todo, evita el sufrimiento humano asociado al VIH.
En Argentina, donde cada año se notifican alrededor de 4.500 nuevos diagnósticos, la eliminación de la PrEP es un tiro en el pie del sistema de salud. Es ignorar una evidencia científica contundente y condenar a miles de personas a la incertidumbre.
La ciencia no cierra por déficit
Los defensores de este recorte apelan al discurso de la austeridad. Pero la ciencia y la salud pública no pueden gestionarse con la lógica de una planilla de Excel.
La prevención no genera dividendos inmediatos, pero construye bienestar social y sostenibilidad a largo plazo.
Desde organizaciones civiles hasta médicos infectólogos, la reacción fue unánime: indignación.
“Es una decisión política que borra, con un nuevo presupuesto, años de trabajo y coordinación con comunidades”, advirtieron desde la Fundación Huésped.
Los especialistas señalan que el desfinanciamiento no solo afectará la distribución de la PrEP, sino también los controles de laboratorio y el seguimiento clínico que garantizan su uso seguro.
Además, la medida pone en riesgo el cumplimiento de los compromisos internacionales asumidos por el país en materia de VIH. Argentina había suscrito los objetivos 95-95-95 de ONUSIDA, que apuntan a que el 95 % de las personas con VIH conozcan su diagnóstico, el 95 % de ellas reciba tratamiento y el 95 % logre carga viral indetectable. Sin políticas preventivas activas, esas metas se vuelven imposibles.
La casi segura eliminación del financiamiento para la PrEP constituye un error sanitario, y además es un gesto ideológico. Es declarar que la salud sexual y reproductiva no son prioridad. Es dar la espalda a la ciencia y al derecho a una vida libre de VIH.
Mientras tanto, el virus no entiende de presupuestos, ideologías, ni de recortes. Solo de oportunidades perdidas. Y con esta decisión, el Estado nacional argentino perderá una de las más valiosas.

