Lo que hasta hace algunas semanas era extrema preocupación, en días nada más se convirtió en alivio. Con las victorias frente a River y Vélez y los resultados que acompañaron, Gimnasia dejó atrás el fantasme del descenso. El nuevo objetivo ahora es abrochar la clasificación a los octavos de final. Además, lo dicho se da dentro de un lógico pase adelante que dio el Lobo en consideración con el pasado Torneo Apertura.
De muy magro 2025 independientemente del cierre, el Tripero sumó en aquel certamen apenas 16 unidades, producto de cuatro victorias, cuatro empates y ocho caídas. Además, cerró con sólo nueve goles a favor y 18 en contra. Muy diferente a los 19 puntos que lleva ahora en el Torneo Clausura, conseguidos gracias a seis triunfos, una igualdad y ocho caídas. Todo eso acompañado hasta el momento con 11 gritos a favor y 16 en su valla.

Con otro funcionamiento y otros protagonistas, Fernando Zaniratto ha podido mejorar a un plantel que nunca pudo encontrar su mejor versión ni con Marcelo Méndez ni con Diego Flores. Mucho menos con Alejandro Orfila, el último a cargo del 11 hasta un nuevo interinato del nacido en Saladillo.
De hecho, el actual DT ya igualó al uruguayo en cuanto a triunfos en el Lobo en la vigente temporada, ambos con cuatro. El tema es que Lucho lo logró en seis encuentros y el ex Barracas Central en 12. Ni hablar lo de Méndez y lo del Traductor, con números paupérrimos: sin alegrías para el primero en tres partidos y sólo tres en 13 para el segundo.

Frente a este escenario, el Lobo llega a la última jornada salvado y con chances de meterse entre los ocho, para lo cual nuevamente deberá esperar algún resultado favorable y, a la vez, derrotar a Platense en Vicente López. Lo concreto es que pudo reaccionar a tiempo, mejorar el pésimo semestre pasado y encarar lo que viene con otra expectativa.

