La causa de los Cuadernos de las coimas volvió a ocupar el centro de la escena política argentina por el juicio que se lleva adelante en estos días. Y esta vez no fue noticia por nuevas pruebas, sino por una denuncia televisiva que pasó casi inadvertida, pese a su gravedad institucional: las torturas sufridas por al menos un detenido durante el gobierno de Mauricio Macri.
El relato fue hecho en vivo por Roberto Herrera, abogado del contador Víctor Manzanares, ante Nelson Castro en la señal TN, perteneciente al Grupo Clarín. Lejos de tratarse de una acusación menor, Herrera describió con detalle las condiciones inhumanas en las que su defendido fue obligado a permanecer antes de aceptar ser “arrepentido” en la causa.
“Cuando él declara como arrepentido, estuvo en un lugar de detención que es Cavia, donde estuvo casi aproximadamente 28 o 30 días, en un lugar donde estaba aislado de todo el mundo con un reflector las 24 horas… y filmándolo las 24 horas, no sabía si era de día, si era de noche. O sea, era un castigo”, relató el abogado con serenidad.
Castro lo interrumpió brevemente para asentir con un “Claro, claro”, y el diálogo siguió, sin que el conductor ni el canal parecieran dimensionar la magnitud del testimonio.
“Nos citaron a las dos de la mañana”
Herrera detalló también las condiciones en las que los defensores pudieron recién ver a Manzanares. “Nos citaron a las dos de la mañana en Lobos, en el medio del campo. Nosotros para poder ver a Manzanares fuimos a un lugar donde no sabíamos qué nos podía pasar”, reveló. Y agregó: “Eso no fue en el gobierno ni del kirchnerismo ni de Alberto Fernández; fue en el gobierno donde él estaba declarando como arrepentido”.
El intercambio continuó con un breve comentario de Castro: “¿Entonces se sintió inseguro?”. “Muy inseguro, y nosotros también”, respondió Herrera, quien luego fue más allá: “El sistema de testigo protegido lo puso en riesgo”.
Esa última frase, que en cualquier democracia debería haber provocado una investigación inmediata y titulares de tapa en todos los medios de comunicación, fue recibida por el conductor con una reacción moderada y sin repreguntas.
“Esto ya no es lawfare”, dijo CFK
La ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner, al compartir el video del programa, citó textualmente el testimonio de Herrera y recordó que su advertencia sobre la extorsión en la causa Cuadernos había sido minimizada durante años.
“Ya lo habíamos dicho: en esta opereta judicial de los Cuadernos truchos, a los llamados ‘arrepentidos’ habría que llamarlos ‘extorsionados’. Y la verdad… nos quedamos cortos. Porque ahora vemos que algunos de estos ‘extorsionados’, directamente fueron torturados”, escribió en su publicación.
Fernández de Kirchner subrayó que lo narrado por el abogado configura “persecución política con métodos propios de las dictaduras” y apuntó directamente al fiscal Carlos Stornelli, a quien responsabilizó de haber “extorsionado y llegado a torturar a los acusados para que dijeran lo que él quería como ‘arrepentidos’”.
El silencio que ensordece
Ni TN ni Nelson Castro retomaron el tema después de la entrevista. Ningún otro medio del Grupo Clarín u otros grandes periódicos, portales o estaciones de TV, profundizaron en las afirmaciones de Herrera, pese a que implican violaciones gravísimas a los derechos humanos durante un gobierno democrático.
La escena televisiva —un abogado denunciando tortura en vivo y un periodista apenas asintiendo— quedó como un documento incómodo sobre el nivel de naturalización del lawfare en los grandes medios.
Mientras tanto, Fernández de Kirchner insistió en que la reapertura acelerada de la causa Cuadernos “no tiene nada que ver con la Justicia… es agenda judicial para la distracción: si no hay pan, que haya circo”.
Las denuncias de Herrera, lejos de recibir la atención que merecen, se diluyeron en el aire de un estudio televisivo donde el conductor pareció más interesado en mantener la compostura cómplice que en repreguntar por una posible tortura de Estado.
Así, lo que debería haber sido una bomba periodística terminó archivado bajo la categoría de “declaración llamativa”. Y el periodismo que alguna vez se jactó de fiscalizar al poder, esta vez eligió mirar para otro lado. Tuvo que ser la propia acusada quien puso el tema en “el candelero noticioso”.

