Cuando Hernán Moyano aterrizó en Asunción del Paraguay en agosto de 2023, lo hizo con la sensación de estar apostando a lo impensado: “Me ofrecieron quedarme hasta seis meses allá… y bueno, después vi un poco las posibilidades que había”.
Esta propuesta no llegaba de un gran estudio internacional, sino de un productor local, René Ruiz Díaz, que ya había trabajado con el director paraguayo Hugo Cardozo y creía que “la industria paraguaya estaba, por primera vez, dando un salto grande”. Esto marcó el inicio de un nuevo capítulo para Moyano: dejó su ciudad, La Plata, y se instaló en Asunción, con la convicción de que aquí no encontraría, en un presente que ya se mostraba difícil, lo que allí parecía abrirse ante él. Y a la luz de los sucesos no se estaba equivocando.
Por qué se va el talento
“Acá en Argentina es un futuro incierto. Incluso teniendo ya 25 años de carrera se torna realmente muy muy complejo”, admitió Moyano a Infocielo, en un breve paso por la ciudad que lo vio nacer.
Su relato es claro: muchas décadas dedicadas al cine de género en La Plata —fundador del Festival de cine de terror en el planetario de la ciudad y responsable de varios títulos— y aún así, el entorno argentino no le brindaba las condiciones que ahora sí vio en Paraguay. La clave no es solo filmar, sino crear, tener inversión, infraestructura y un sistema de incentivo que funcione.
Un entorno que acoge
En Paraguay Moyano encontró un Instituto de Cine que “está muy receptivo a recibir producciones extranjeras”, con una ley que “devuelve el 40% de lo que invirtie un productor extranjero que filme en Paraguay”.
El costo de producción es mucho más bajo que en Argentina; hay incentivos fiscales y hay interés inversor. “Ellos han visto que todo lo que es audiovisual –cine– atrae muchas inversiones, genera turismo, hotelería, gastronomía…” remarcó. Mientras tanto, en Argentina “ese fondo de fomento que se autofinanciaba… ahora está siendo utilizado por otra cosa o no se sabe la verdad… que no tenemos noción realmente de para qué ni dónde está”.
Adaptarse sin perder raíces
Moyano insiste en que su instalación en Asunción le fue más fácil de lo que esperaba: “La gente es muy cordial… con Argentina tienen una relación muy cercana porque básicamente consumen lo mismo: música, cine, tv”.
Y algo más: “Asunción es una capital que mantiene un espíritu de pueblo; escala humana que la emparenta mucho con La Plata”. En paralelo, su vínculo con la capital bonaerense no se rompió: “Toda mi vida trabajé acá… nunca quise ir a CABA…Mi sueño siempre es filmar acá”. Pero la lógica lo llevó a cruzar fronteras para poder filmar.

Un ejemplo revelador
Hoy Moyano se convierte en emblema de lo que sucede: cineastas con talento, experiencia y trayectoria que no encuentran en el país donde nacieron las condiciones para desarrollar su arte.
Él lo expresa con crudeza: “A veces uno no es profeta en su tierra y tenés que… armar las valijas”. En su caso, esto se tradujo en varios proyectos filmados y otros en desarrollo en Paraguay —con fondos locales e iberoamericanos adjudicados— y una agenda que en Argentina por ahora no lo contiene.

¿Qué pierde Argentina?
Cada talento que migra representa una pérdida: inversión, creatividad, formación local, multiplicación de oficio. Moyano lo sintetiza: “Tengo al festival de cine de terror en el Planetario… me encantaría poder seguir haciendo cosas y que La Plata siga siendo un lugar al que haya que mirar”. Pero la realidad lo empujó a buscar afuera. Y lo que encontró es que un país “más chico” no necesariamente significa “menos oportunidades” si hay voluntad política, incentivos y visión.
Mirando hacia adelante
Para Moyano su permanencia en Paraguay será “todavía un tiempo más”, mientras sigue terminando proyectos y preparando estrenos: “Ya llevo casi dos y medio… todavía pienso quedarme”.
Al mismo tiempo deja planteado el deseo de volver, de instalarse de nuevo en su ciudad y de construir aquí: “Ojalá pueda venir a afirmarme acá a Argentina, a La Plata y desarrollar la industria local…”.
Porque la “fuga de talentos” es también una señal de alerta: si los entornos creativos no ofrecen soporte, los creadores se van. Y en su partida, también se va parte de lo que podría haber sido.

