A tres semanas de las elecciones legislativas del 26 de octubre, el país vive esos días en que el mercado se mueve más rápido que las promesas. El dólar volvió a ser el termómetro de todo y, desde afuera, los diagnósticos no son precisamente alentadores.
La prensa extranjera no tiene matices y es categóricamente lapidaria. Mientras el Peterson Institute for International Economics (PIIE) habla de un rescate estadounidense “insuficiente y transitorio”, el Financial Times retrata un país donde los operadores financieros “drenan los dólares del Banco Central”. Dos miradas que, aunque distintas, coinciden en lo mismo: el país camina por la cornisa.
Un rescate con fecha de vencimiento
El primero de los mencionados análisis, firmado por el economista Maurice Obstfeld, lleva un título elocuente: “El rescate de Estados Unidos a Argentina no salvará al peso por mucho tiempo”.
Según el artículo, la línea de swap por 20.000 millones de dólares anunciada por el secretario del Tesoro norteamericano, Scott Bessent, más la posible compra de bonos argentinos en dólares, puede darle algo de aire al gobierno de Javier Milei, pero no mucho más que eso.
“El Tesoro estadounidense hará lo que sea necesario dentro de su mandato para apoyar a Argentina”, declaró Bessent a fines de septiembre. Pero el analista de PIIE recuerda que esas palabras suenan más a gesto político que a compromiso económico real. “Las promesas de ‘todas las opciones sobre la mesa’ carecen de credibilidad”, escribió Obstfeld.
El punto central es que el Tesoro no puede emitir dólares, a diferencia de la Reserva Federal (la Fed). Por eso, dice el informe, el auxilio estadounidense tiene límites claros: “Un swap directo de la Fed sería más efectivo, pero Argentina no cumple con los criterios que esa institución exige”. En otras palabras: el apoyo viene de un bolsillo chico y de motivaciones políticas, no económicas.
El texto del artículo incluso va más allá y plantea que Washington no pondrá en riesgo su política monetaria para sostener el peso argentino, sobre todo cuando el vínculo responde más a una afinidad ideológica entre Milei y Donald Trump que a un interés estratégico duradero. “El rescate puede darle a Milei un puente endeble hasta las elecciones, pero no resolverá los problemas de fondo”, concluye el informe.
Dólares que se van por las hendijas
Del otro lado del Atlántico, el Financial Times retrata el mismo escenario, pero desde el suelo argentino. Su artículo, titulado “Los astutos operadores de divisas de Argentina drenan los dólares de Javier Milei”, describe un país donde la creatividad financiera parece no tener fin.
“En Argentina, cualquiera que entienda los trucos del mercado puede obtener ganancias que no existen en otras partes del mundo, a costa de drenar el Banco Central”, cita el diario al analista Salvador Vitelli, del Romano Group.
Entre abril y agosto, los comerciantes individuales compraron 9.500 millones de dólares al tipo de cambio oficial y los revendieron en el mercado paralelo, según un informe del Banco Provincia citado por el FT.
Es decir, la mitad de lo que el país generó por exportaciones agrícolas en esa temporada se esfumó en maniobras de arbitraje. (el arbitraje o “currency arbitrage” es aprovechar una diferencia de precios entre dos mercados para ganar plata sin asumir casi riesgo, lo que en otro momento se denominó PURE del oficial al blue, MEP o CCL).
Esa demanda insaciable de divisas, explican, complica el plan del gobierno de acumular reservas y defender la “banda” cambiaria que el BCRA había anunciado. Y aunque el apoyo de Estados Unidos ayudó a calmar algo los ánimos, el FT advierte que el peso subió 10 % una semana y cayó 7 % la siguiente, reflejo de un mercado que ya no le cree a las promesas de estabilidad.
La economía del “rulo”
El diario británico, entonces, describe con lujo de detalles algo que les sorprende, y es cómo resurgen viejas prácticas conocidas por cualquier argentino con memoria económica.
La más famosa, el “rulo”, reapareció con fuerza: comprar dólares baratos en el mercado oficial y venderlos más caros en el paralelo.
Con los controles parcialmente relajados desde abril, muchas empresas incluso “inventan” operaciones para acceder a ese tipo de cambio preferencial.
“Las distorsiones cambiarias dan lugar a muchos negocios, algunos legales y otros no tan legales”, reconoce un abogado fiscal citado por el medio.
El gobierno respondió con un clásico: volver a prohibir que quienes compren dólares oficiales puedan venderlos en los mercados paralelos, y advertir a las billeteras digitales que dejen de ofrecer divisas a ese precio. Pero el Financial Times fue lapidario: “Los argentinos tienen mucha experiencia en encontrar maneras de evadir las normas”.
Hay parejas —cuenta el diario— en las que uno compra al tipo oficial y el otro vende en el paralelo. Una economía en la que “46 millones de personas buscan formas de esquivar las regulaciones”, según el economista Juan Manuel Pazos.
Reservas en rojo y cuentas en dólares
También el Financial Times calcula que el Banco Central apenas dispone de unos pocos miles de millones de dólares líquidos para intervenir. En los últimos días, el organismo habría vendido más de 1.000 millones solo para contener el tipo de cambio. “Esperamos que el gobierno venda todo lo que pueda para evitar una devaluación antes de las elecciones”, dijo al diario británico un operador local.
Pero todos coinciden en que, después del 26 de octubre, el esquema actual será insostenible.
El PIIE llega a la misma conclusión: el país necesita “un nuevo marco monetario con mayor flexibilidad cambiaria”, porque mantener una moneda “artificialmente fuerte” es una receta repetida que siempre termina igual.
“América Latina es un museo de intentos fallidos de estabilización basados en el tipo de cambio”, recuerda el informe. Para el instituto, apostar el éxito de un plan económico a un peso rígido, justo cuando los capitales pueden salir libremente y hay elecciones cerca, es jugar con fuego.
Entre la política y el dólar
La coincidencia entre ambas miradas es total: el dólar se volvió el árbitro de la política argentina.
El Financial Times apunta que la demanda de divisas “siempre aumenta antes de una elección”, porque tanto empresas como particulares buscan cubrirse del riesgo.
Lo mismo había ocurrido en 2019, cuando la derrota de Mauricio Macri en las primarias hizo desplomar la bolsa casi un 40 % en un solo día.
Ahora, el fantasma es otro: que una nueva devaluación destroce el poder adquisitivo y termine de corroer la base social de Milei justo en pleno test electoral. El presidente, por su parte, culpa a “enemigos políticos” de fogonear la corrida. “Están dispuestos a quemarlo todo para llegar al poder”, declaró.
Pero los analistas extranjeros no compran esa explicación: para ellos, la raíz del problema no está en la oposición, sino en la falta de confianza en la capacidad oficial de controlar la situación.
Lo que se ve desde afuera
Desde Washington y Londres, Argentina aparece como un país con una economía extenuada, llena de creatividad para sobrevivir, pero sin margen para seguir improvisando.
El PIIE cree que el apoyo estadounidense servirá apenas como una muleta temporal, suficiente para que el peso llegue vivo a las elecciones, pero incapaz de garantizar estabilidad a largo plazo.
El Financial Times, más crudo, ve una economía donde la picardía criolla es al mismo tiempo refugio y condena: “Cualquier restricción crea una nueva avivada (arbitraje), y cuando se bloquea ese arbitraje, aparece otro”.
Para los dos análisis, el problema no es solo económico, sino de credibilidad. Sin confianza, no hay swap, ni dólar, ni promesa que alcance.