Un análisis de Marcelo Longobardi dejó expuesto un momento televisivo que resume como pocos el clima mediático que rodea hoy al oficialismo.
Su crítica apuntó directamente contra Carlos Ruckauf, cuyo fervor por las ideas libertarias lo transformó en un habitual defensor del gobierno dentro de las pantalla pro oficialistas como (entre muchas otras) la de LN+. Y esta vez, el ex gobernador bonaerense quedó en el centro del comentario más filoso del periodista.
El “678 libertario” y la “claque” de aduladores de Javier Milei
Longobardi señaló que cualquier crítica a la hoja de ruta económica de La Libertad Avanza es rápidamente desactivada por lo que definió como una especie de “nuevo 678”, integrado por figuras como Majul, Trebucq, Viale, Feinmann, Pablo Rossi, Débora Plager y Cristina Pérez. Allí, según el periodista, la consigna es blindar al gobierno cueste lo que cueste.
El caso que utilizó como ejemplo fue una pregunta televisiva a Ruckauf sobre las advertencias que formuló Domingo Cavallo respecto al riesgo que generan las bandas cambiarias. Pero en lugar de discutir argumentos técnicos, el ex gobernador eligió un camino sorprendente.
Ruckauf evita la economía y habla de “envidia”
Frente a un tema complejo como es la posibilidad de que el dólar vuelva a superar la banda y obligue al presidente Javier Milei a recurrir otra vez al auxilio de Scott Bessent, figura clave del vínculo con la administración de Donald Trump, Ruckauf descartó la dimensión económica del planteo.
En vez de refutar a Cavallo con datos, explicó que su crítica obedecía a un problema emocional. Según él, el ex ministro estaba (sic) “poseído por la envidia” y su comentario respondía a la furia que le provocaría la cercanía del actual equipo económico con Washington.
Para Longobardi, la intervención fue un ejemplo perfecto del panelismo militante: cuando los argumentos son débiles, se reemplaza el debate técnico por descalificaciones personales. Y viniendo de alguien que ocupó cargos centrales en los gobiernos de Menem y durante el de la Alianza como (ni más ni menos) gobernador bonaerense, la operación resultó todavía más difícil de justificar.
El pasado de Ruckauf y la “cara lavada” en la pantalla oficialista
Ruckauf habla hoy con liviandad sobre economía y política pese a haber abandonado la gobernación bonaerense en plena crisis de 2001, cuando el país atravesaba uno de sus momentos más críticos. Sin embargo, la claque mediática actual lo presenta como un referente respetable, casi un prócer del nuevo orden libertario.
Longobardi, con precisión de bisturí puso en evidencia que la supuesta autoridad moral de Ruckauf se sostiene más en la devoción al gobierno que en su capacidad para aportar ideas. Su respuesta sobre Cavallo fue, para el periodista, la muestra más clara: un intento de agradar al poder antes que un aporte serio al debate económico.
La crítica de Longobardi dejó nuevamente de manifiesto el funcionamiento de este “678 libertario”, y puso el foco en la fragilidad argumentativa de un ex mandatario provincial que hoy actúa como un defensor entusiasta (rozando la alcahuetería barata) que como un analista riguroso. Una observación certera del “rebelde de la derecha”, Marcelo Longobardi con una puñalada que cayó justo donde debía.

