Después de cuatro días de silencio, Eduardo “Lule” Menem eligió hablar. El subsecretario de Gestión Institucional, señalado en los audios atribuidos al exdirector de la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS), Diego Spagnuolo, salió a despegarse de cualquier irregularidad.
Lo hizo a través de un único tuit en la red social X, publicado desde una cuenta que figura abierta desde 2012 pero que nunca había tenido actividad: ni fotos, ni mensajes, ni likes. Nada. Solo este comunicado, que apareció de golpe, como si la hubieran desempolvado a propósito para este descargo. El perfil tiene apenas 1500 seguidores iniciales, aunque todo indica que con el correr de las horas ese número crecerá.
El mensaje, lejos de aportar información sobre la autenticidad de las grabaciones, fue categórico en un punto: para Menem, todo lo que circula es falso. “Puedo asegurar la ABSOLUTA FALSEDAD DE SU CONTENIDO”, escribió en mayúsculas, con un tono que buscó dejar en claro que no existe ningún elemento que lo vincule con el presunto entramado de sobornos.
La estrategia: los K, los K, los K
En su descargo, el funcionario se encargó de remarcar que jamás tuvo relación con las contrataciones en la ANDIS, ni de manera formal ni de manera informal.
Al mismo tiempo, aseguró que nunca recibió comentarios ni advertencias sobre hechos de corrupción dentro de ese organismo ni en ningún otro del Estado.
Como cierre, negó también que haya hablado de este tema con el presidente Javier Milei o con Karina Milei, subrayando que en ningún momento existieron conversaciones sobre contratos, prestaciones o actividades particulares del ente de discapacidad.
Con esas negativas, Menem intentó clausurar cualquier interpretación que lo ubique como pieza clave en el esquema señalado en los audios. La idea central fue dejar todo en manos de un culpable político al que ya conoce: el kirchnerismo.
Una reacción tardía y con destinatario
El hecho de que haya esperado varios días para expresarse no pasó inadvertido. Durante ese lapso, las especulaciones crecieron, tanto en los medios como en las redes.
Su aparición, sin embargo, no buscó aportar claridad sobre los audios ni sobre quién habla en esas grabaciones, sino más bien reforzar la línea de confrontación. “Se trata de prácticas que solo buscan dañar la imagen del Gobierno para obtener un rédito meramente electoral”, sostuvo, ubicando a la oposición como responsable de las denuncias por coimas en la ANDIS.
En ese sentido, el mensaje apuntó tanto a limpiar su nombre como a blindar la figura de Milei y de su entorno más cercano. Al final de su comunicado, Menem defendió “la integridad de los funcionarios mencionados” y repitió que no hubo ningún vínculo con maniobras indebidas.
Sin embargo, la explicación no disipó las sospechas. Lo que quedó en evidencia es que el subsecretario, frente a audios comprometedores, eligió como única respuesta reactivar una cuenta fantasma (o cambiarle el nombre a alguna prestada y ya existente), y señalar al kirchnerismo.
Una reacción tardía, furiosa y que dice más de querer impostar una “enemistad política”, que de las coimas que estallaron en la ANDIS.

