Ni el más optimista de los fanáticos de Estudiantes de La Plata podía imaginar que en este mes de diciembre de 2025 iba a estar festejando dos nuevos campeonatos: el Clausura ante Racing y el Trofeo de Campeones contra Platense. Ambos títulos llegaron con una recta final opuesta a lo que venía siendo el año, con un equipo de Eduardo Domínguez muy sólido.
Cada proceso tuvo su condimento, la final con Racing en Santiago del Estero venía con una etapa previa de mucho esfuerzo, con presentaciones muy serias ante Rosario Central y Central Córdoba, al tiempo que tuvo un momento de mucho nervio y pulsación alta en el Clásico con Gimnasia, con victoria también en el Bosque.
Ya el desgaste hizo lo suyo en el Único de San Nicolás, contra un rival que venía de un mes sin acción, pero que también eso fue contraproducente para el Calamar. Después de recibir un golpe, como sucedió en el Madre de Ciudades el equipo se levantó, como un boxeador, tirando el último gancho para quedarse con el título.

Ambos juegos tuvieron la particularidad de que contaron con goles en los últimos segundos de los 90 minutos. Contra la Academia apareció un cabezazo de Guido Carrillo y frente a los de Vicente López un toque de derecha de Lucas Alario, mostrando el hambre, la actitud y la determinación de este plantel, que ahora va a descansar y buscará seguir siendo protagonista en 2026.

