El Colegio de Martilleros y Corredores Públicos de la Provincia de Buenos Aires, junto al Instituto de Política y Gobierno (IPG) de la UNNOBA, determinaron que para comprar una vivienda tipo de dos dormitorios hacen falta 65 salarios formales. Es decir, unos cinco años y medio de ingresos, tomando como referencia el salario promedio formal de $1.524.216 mensuales.
Pero esa cifra parte de una realidad que no representa a la mayoría de los trabajadores bonaerenses. Solo una minoría gana ese monto o más, mientras que la mayoría percibe ingresos sensiblemente menores. Por eso, un cálculo propio de Infocielodecidió reemplazar el salario promedio formal por la mediana de ingresos reales, que refleja mejor lo que gana un trabajador típico. Allí el panorama cambia: se necesitan entre siete y nueve años completos de ingresos para comprar esa misma vivienda.
Y la cuenta, además, parte de una hipótesis completamente irreal: que la persona pudiera destinar el 100% de su sueldo a la compra de la casa, sin gastar ni un peso en vivir, comer o moverse.
En la práctica, el sueño de la vivienda propia se convierte en un objetivo remoto incluso para sectores medios estables.
Más difícil que en casi toda América
Si se comparan esos años de esfuerzo con lo que ocurre en otros países, la Provincia de Buenos Aires, en realidad casi toda la Argentina, queda muy mal parada.
En ciudades latinoamericanas como Santiago de Chile o Bogotá, el acceso a una vivienda promedio demanda entre 4 y 5 años de ingreso mediano, según estudios de accesibilidad habitacional de la OCDE y del BID. En Ciudad de México, la cifra ronda los 5,5 años.
En cambio, en la provincia, con la medición más realista, el número trepa a entre 8 y 9 años. Dicho en palabras simples: comprar una casa bonaerense es casi el doble de difícil que hacerlo en Santiago o Bogotá, y al menos un 60% más difícil que en Ciudad de México.
En Estados Unidos, donde los créditos hipotecarios están ampliamente disponibles, el promedio nacional equivale a 5 años de salario mediano. En el estado de Texas, por ejemplo, se necesitan poco más de 4 años, mientras que en ciudades como Nueva York se acerca a 8 años.
Es decir, la Provincia de Buenos Aires ya está a la par de las zonas más caras del mundo desarrollado, pero sin los ingresos, los créditos ni las condiciones del primer mundo.
Un esfuerzo imposible para el trabajador promedio
El nuevo cálculo —realizado en base a los datos del Colegio de Martilleros bonaerense y el IPG/UNNOBA, pero ajustando la referencia al ingreso mediano provincial— deja claro que la crisis habitacional no es solo una cuestión de precios, sino de brecha entre lo que cuestan las viviendas y lo que efectivamente ganan las familias.
Mientras el informe oficial hablaba de 65 sueldos “formales”, el valor real medido en accesibilidad para la mayoría de la población se ubica por encima de los 100 salarios medianos, lo que equivale a casi una década de trabajo continuo sin destinar un solo peso a otros gastos.
En ese contexto, el acceso a la casa propia deja de ser un objetivo de movilidad social y se convierte en un privilegio.
Hay pocos lugares peores
Aun así, hay rincones del planeta donde la situación es todavía más inaccesible. Ciudades como Hong Kong, Sydney o Vancouver lideran el ranking global de inaccesibilidad: allí se necesitan entre 12 y 14 años de ingresos medianos para adquirir una vivienda promedio. Son excepciones, pero sirven para mostrar que la Provincia de Buenos Aires ya comparte características con mercados internacionales considerados “críticamente inaccesibles”.
El rol del Estado y el crédito ausente
Más allá del diagnóstico, el problema de fondo es que el acceso a la vivienda en Argentina se volvió estructuralmente inalcanzable por la ausencia de políticas públicas sostenidas.
Desde hace más de una década, no existe un sistema de crédito hipotecario estable y previsible que permita a las familias planificar la compra de una casa. La combinación de salarios que pierden poder adquisitivo y precios dolarizados del metro cuadrado genera un abismo imposible de salvar solo con esfuerzo individual.
Por eso, cada nuevo informe —como éste, el elaborado por el Colegio de Martilleros bonaerense y la UNNOBA— describe una tendencia del mercado, y además expone una deuda social y política: la de garantizar el derecho a una vivienda digna para los trabajadores bonaerenses.