En la televisión argentina, hay momentos en los que se revela con claridad la distancia entre lo que se proclama y lo que efectivamente se ejerce. Tal es el caso del programa “Solo una vuelta más”, en su emisión por la señal TN del Grupo Clarín este martes por la noche, donde la tragedia vinculada al consumo de fentanilo contaminado —con un saldo luctuoso que ronda ya el centenar de muertes— fue tratada con la ligereza de un sketch humorístico.
Lo que debería haber sido un espacio de reflexión seria terminó convertido en un circo de guiños políticos y carcajadas superficiales.
La banalización de la tragedia
El invitado de turno fue el auto promocionado como director de cine, Diego Recalde, un personaje cuyo único repertorio discursivo parece reducirse a una militancia antiperonista primaria y monocorde.
Recalde, ex compañero del bastonero del ciclo, eligió transformar un tema tan severo en una excusa para atribuir responsabilidades a la oposición, sin reparar en que la gestión libertaria de Javier Milei, con su desregulación y su desdén por las políticas de salud pública, es la que hoy enfrenta la tragedia.
El conductor, Diego Sehinkman, lejos de marcar la diferencia, se sumó con risas desbordadas a los supuestos chistes de su amigo, como si la muerte de un centenar de argentinos fuese materia de entretenimiento.
La escena resultó incómoda por lo que tuvo de reveladora: no sólo la incapacidad de abordar un drama social con el mínimo respeto, sino también la clara intención de desviar el foco de los verdaderos responsables.
Recalde, con frases huecas y un guión repetido hasta la extenuación, trasladó la culpa a un peronismo ya ajeno a la gestión, mientras Sehinkman convalidaba con carcajadas lo que era, en realidad, una farsa disfrazada de análisis político.
El periodismo convertido en caricatura
Como si la superficialidad no hubiese alcanzado su clímax, la producción dio paso inmediatamente al segmento del imitador Ariel Tarico.
Con su talento para la parodia —aplicado, en este caso, a la figura irrelevante de Recalde—, el programa se hundió aún más en el terreno del grotesco.
Entre voces impostadas y risotadas, la noticia de las muertes quedó reducida a un telón de fondo, un detalle menor frente al espectáculo de barricada política que TN ofrecía como si fuese periodismo.
Resulta imposible no señalar la contradicción: una señal que se presenta como seria, que busca transmitir la idea de rigurosidad y credibilidad, continúa degradándose a un entretenimiento burdo donde la tragedia social se trivializa.
El televidente atento no pudo dejar de notar que, detrás de las carcajadas y las imitaciones, la pantalla evitó confrontar al gobierno de La Libertad Avanza, responsable de gestionar la emergencia y de tomar medidas que, hasta ahora, han brillado por su ausencia.
TN, Sehinkman y Recalde convirtieron el dolor en una coartada, el periodismo en payasada y la tragedia en un sketch político mal escrito.
Lo que quedó en pie, tras esa noche, fue un despojo de credibilidad. Porque el periodismo que presume de serio no puede permitirse frivolizar la muerte de sus conciudadanos; hacerlo lo condena a lo que “Solo una vuelta más” ya parece ser: un circo para fanáticos, no un espacio de información.