Pasaban las 23:50 del lunes cuando Alejandro Fantino levantó la voz en su streaming Neura. El conductor estaba enojado, y no lo disimuló: “Lo lamento, hermano… 100 muertos. Lo lamento, papá. Lo lamento, que me chupe bien la pij*. Decíselo, que me chupe bien la pij* al que te está llamando”.
En la mesa se notó la tensión: un productor le había advertido que lo estaban llamando desde el Gobierno para que bajara el tono. Fantino respondió todavía más alterado: “Si quiere me tiro mermelada de arándano para que le guste más. No me rompan los huevos, no me hagan sonar el teléfono”.
El estallido fue en vivo y en directo, con miles de espectadores conectados en simultáneo. Nadie esperaba semejante reacción de un periodista alineado con el discurso oficial.
El blanco: Mario Lugones, “la tortuga Manuelita”
El destinatario de la furia fue Mario Lugones, ministro de Salud de la Nación. Fantino no dudó: “Mario, agarrá los bolsos y pica, hermano. Volá. Las explicaciones que diste fueron berretas, cortas, chiquitas. Me dio asco”.
El conductor calificó al funcionario de “tortuga Manuelita“, “cagado en las patas, sucio como una papa” y remató: “No llores con lágrimas lo que no supiste defender con tu expertiz de médico. Sos un inútil. No te creo nada. Se te fue esto de las manos, murieron 100 o más”.
El pedido fue directo, sin medias tintas: “Entonces, al menos que este viejo choto renuncie”.
El contraste con la nota de TN
Unos días antes, Lugones había hablado en TN. Allí intentó mostrarse conmovido: “No tiene antecedentes. Me pongo muy mal cuando hablo de esto porque soy médico (se emociona), y es un atentado a la gente”.
El ministro defendió a la ANMAT y apuntó contra el dueño del laboratorio HLB Pharma, Ariel García Furfaro: “No tiene perdón de nadie esta gente. Tiene que terminar presa junto con todos los cómplices”.
También aseguró que, tras la detección del lote contaminado, el juez Ernesto Kreplak había ordenado sacarlo del mercado y que la población podía “internarse tranquila”.
Pero esas lágrimas no convencieron a Fantino. Desde Neura, ironizó sobre la supuesta sensibilidad del funcionario: “Estaba nervioso, tenso, cagado, un tipo cagado en las patas. No te creo nada, Lugones. Las declaraciones que diste me dieron asco”.
La comparación con Ginés González García, destituido en 2021 por el “vacunatorio VIP”, apareció de inmediato: “¿Qué estaríamos haciendo si esto le hubiese pasado a Ginés? Lo estaríamos rompiendo todo”, lanzó Fantino admitiendo como los medios apuntalaron aquella situación.
Fentanilo y la responsabilidad política
El centro de la discusión sigue siendo el mismo: las muertes por fentanilo contaminado, que ya superan el centenar. Lugones intentó justificar su gestión en la entrevista de TN: “Tengo las mismas dudas que vos. Inicié un sumario, y los responsables se harán cargo. Si hay irregularidades, se tendrán que ir”.
Fantino retrucó con dureza: “Si lo rompimos por el vacunatorio VIP, ¿qué hacemos ahora con 100 muertos? Cuando hay mierda tenemos que decir que es una mierda. Murieron más de 100 y quedó gente con secuelas para siempre”.
El relato oficial se centra en responsabilizar al laboratorio HLB Pharma y en resaltar que el producto contaminado fue retirado. Pero la pregunta que nadie logra responder es por qué la ANMAT, organismo dependiente del Ministerio de Salud, demoró tanto en actuar pese a tener 139 avisos y decenas de expedientes sobre irregularidades previas.
Una grieta inesperada
Lo más llamativo del editorial de Fantino no fue sólo el tono brutal, sino la confirmación de que había recibido llamados directos desde el Gobierno mientras hablaba en vivo. “Lo sé, Leo, ya lo sé”, le dijo al productor, antes de responder con insultos a quienes lo querían silenciar.
Esa reacción mostró una interna en carne viva: Fantino, identificado como un comunicador afín al oficialismo, eligió romper con el guión y marcar distancia de un ministro clave. Lo hizo en los términos más duros posibles: “Tengo las bolas como un toro Horton de vos, Lugones. Renunciá”.
El conductor explicó que no se trataba de una postura política, sino de una cuestión de principios: “Ponete vos del otro lado, ¿qué hubiese pasado si el fentanilo envenenado se lo daban a tu hermano? Estarías buscando con una 45 al que te hizo eso. Entonces, Lugones, renunciá. Viejo choto”.
Internas y presión sobre el relato oficial
El episodio dejó al descubierto algo más que un enojo personal. Fantino reveló, a los gritos, que lo estaban presionando para suavizar su discurso. Y en ese punto, su reacción dejó en claro que existen fisuras dentro del propio oficialismo sobre cómo encarar la crisis sanitaria.
Mientras el Gobierno busca blindar a Lugones y trasladar la responsabilidad al laboratorio, a la Provincia de Buenos Aires y a la Justicia, voces que hasta ahora funcionaban como escudos mediáticos empiezan a marcar distancia. Fantino lo dijo con todas las letras: “Cuando hay mierda tenemos que decir que es una mierda. No me llamen para que frene. Me importa un carajo”.
La escena fue también un mensaje hacia adentro: si hasta un conductor considerado “vocero” oficial se anima a exigir renuncias y a desafiar las órdenes en vivo, el caso del fentanilo no sólo amenaza con ser un problema sanitario y judicial, sino también político y comunicacional.