Se puede definir como “la brutalidad de lo absurdo“. Un video difundido por la señal de noticias C5N generó un fuerte repudio en redes sociales y volvió a poner en discusión los límites del accionar policial en la Ciudad de Buenos Aires y también la pregunta de a que se debe este ensañamiento macabro con personas con discapacidad.
La secuencia, registrada en pleno Puerto Madero, muestra un episodio tan indignante como inverosímil: un agente de la Policía de la Ciudad forcejeando con un vendedor ambulante discapacitado, al punto de arrebatarle las muletas y empujarlo para hacerlo caer al suelo.
LA CAÍDA FILMADA EN PUERTO MADERO
La víctima del episodio se llama David, un hombre que se gana la vida vendiendo pañuelos en la vía pública y que, por una discapacidad, depende de sus muletas para poder desplazarse.
El video capta el momento exacto en que el oficial le quita estos elementos de apoyo mientras David, saltando en una sola pierna, insiste desesperadamente en que se las devuelvan. “Son mías, dámelas, necesito caminar”, se lo escucha reclamar, pero el agente se mantiene impávido.
La escena, de por sí violenta, se vuelve todavía más cruel cuando el policía decide empujarlo. El hombre, sin posibilidad de sostenerse, cae al piso de manera estrepitosa. La imagen de David tirado sobre el asfalto, despojado de lo mínimo indispensable para moverse, generó indignación inmediata. En las redes sociales, usuarios calificaron el accionar como “deleznable”, “cobarde” y “un abuso inadmisible”.
La pregunta que sobrevoló tras la difusión de estas imágenes fue inevitable: ¿qué puede justificar semejante accionar? Según se relató en la señal televisiva, no existía ninguna situación de riesgo ni un hecho delictivo en curso.
Lo que había era, simplemente, un vendedor ambulante hostigado por un uniformado. Un ejemplo palpable de cómo el poder de la autoridad, mal ejercido, se convierte en humillación hacia los más vulnerables.
Se esparce la moda de ensañarse con los vulnerables
Lejos de un operativo legítimo, la actitud del agente pareciera responder a un hostigamiento sin sentido. No había resistencia armada, ni peligro para terceros. Solo un hombre pidiendo, con lo que le quedaba de dignidad, que le devolvieran sus muletas.
La frialdad de la escena remonta a las peores postales de violencia institucional que la Argentina conoce demasiado bien.
El caso no tardó en transformarse en noticia. Distintas voces denunciaron lo ocurrido como una muestra más del ensañamiento contra vendedores callejeros y, en particular, contra quienes por su condición física se encuentran en una situación de mayor vulnerabilidad. Para ellos, el video es una evidencia brutal de lo que significa el abuso de autoridad.
Mientras tanto, lo único que quedó claro tras la difusión de las imágenes es que el episodio no fue un exceso aislado, sino parte de una problemática más profunda: la criminalización de la pobreza y la violencia como respuesta estatal frente a quienes menos tienen.
La caída de David al suelo, tras el empellón del policía, es mucho más que un hecho aislado en Puerto Madero. Se trata de una imagen que expone con crudeza cómo el uniforme, al marginar la empatía y la razón, se convierte en un instrumento de humillación y parece parte de un movimiento liberado para hostigar a los más vulnerables.