Este viernes 22 de agosto, Jonatan Viale rompió el molde en Radio Rivadavia. Con tono firme y casi de denuncia, el periodista libertario (?) apuntó al corazón del relato de Milei: “El caso Libra que que no terminó. Tuvimos corrupción en el ANSES y en el PAMI en distintas provincias donde se pedía un diezmo para La Libertad Avanza. Tuvimos el caso de la empresa de la familia Menem contratando al Banco Nación, lo dijimos. Y ahora esto: Agencia Nacional de Discapacidad, supuestos retornos, 8%”.
La enumeración de Viale sonó como un inventario incómodo de la casta libertaria: coimas, contratos incompatibles, negocios familiares y retornos en organismos sensibles. “No hay lugar para esto, ¿eh? No hay lugar de ninguna manera para esto porque la gente se los come crudos”, advirtió el hijo de Mauro, que hace unos meses buscó “lavar la imagen” presidencial por la criptoestafa.
El hasta ahora “mejor alumno” del gobierno nacional no esquivó la promesa central de Javier Milei y la comparó con la realidad: “El tipo dijo, ‘Vengo a bajar la inflación, vengo a ocuparme de la inseguridad y vengo a destruir los curros del Estado’. Bueno, acá no parecería ser el caso”.
Entonces… ¿Le soltó la mano?
Fantino ya había marcado la cancha
El editorial de Viale se suma a la explosión que, días atrás, protagonizó Alejandro Fantino en Neura contra el ministro de Salud, Mario Lugones, por el escándalo del fentanilo contaminado. En aquella ocasión, el conductor insultó a funcionarios y exigió la renuncia inmediata de Lugones: “Entonces, al menos que este viejo choto renuncie”.
Fantino había denunciado presiones en vivo, revelando que lo llamaban desde el Gobierno para que frenara su crítica. Lejos de obedecer, dobló la apuesta: “Que me chupe bien la pij* el que te está llamando. Si quiere me tiro mermelada de arándano para que le guste más”.
Hoy, la coincidencia con Viale es evidente: ambos ex(?) voceros oficiosos del mileísmo, que se habían encargado de blindar al presidente en el arranque de la gestión, ya no están dispuestos a cargar con las muertes, la corrupción ni los silencios.
Feinmann se despega, Majul resiste
El coro de voces críticas dentro del periodismo alineado al oficialismo sumó otra pieza: Eduardo Feinmann, cada vez más incómodo con el gobierno libertario en su programa de A24.
Aunque todavía sin la furia explícita de Fantino ni la metralleta de Viale, el conductor ya desliza comentarios sobre “las contradicciones del gobierno libertario” y advierte que “la corrupción no se combate con más corrupción”.
La nota de humor la aporta Luis Majul, que todavía resiste como si nada pasara. Mientras todo se desmorona, él sigue defendiendo a Milei con discursos monocordes, como si fuera “el violinista del Titanic”, tocando su partitura mientras el barco se inclina. Pero el aislamiento de Majul ya empieza a ser tema de pasillo en las redacciones: se lo ve cada vez más solo en su rol de sostén del oficialismo.
El hundimiento del relato anticorrupción
Lo más demoledor de lo dicho por Viale es cómo desnuda la contradicción central del mileísmo: haber llegado al poder con la motosierra prometiendo “hacer mierda los curros del Estado” y, en menos de un año, estar empantanado en denuncias de retornos, empresas familiares contratadas por el Banco Nación, y ahora los audios de Diego Spagnuolo, ex titular de la Agencia Nacional de Discapacidad, que comprometen directamente a Karina Milei, Martín Menem y el operador “Lule” Menem.
“Yo banqué eso, diciendo ‘che, me gusta que el tipo con la motosierra diga voy a hacer mierda los curros del Estado’. Bueno, acá no parecería ser el caso”, confesó Viale, como un arrepentido en cadena nacional.
Y remató con una frase imposible de confundir: “Si hay un corrupto hijo de mil putas que chorreó con los discapacitados y con la droguería, que se vaya a la concha de su madre y que lo metan preso. Ya”.
El barco se hunde
La metáfora es inevitable: el barco libertario, que zarpó prometiendo arrasar con la casta, navega ahora con vías de agua por todos lados. Y sus propios operadores mediáticos —los que construyeron el blindaje comunicacional de Javier Milei— empiezan a saltar por la borda.
Fantino fue el primero en tirarse al mar con insultos y gritos. Viale acaba de seguirlo, con un inventario de casos de corrupción imposible de desmentir. Feinmann se acomoda en la baranda, calculando el momento para saltar. Y Majul, inmutable, sigue tocando el violín como si la orquesta pudiera tapar el ruido del naufragio.
La pregunta que queda “flotando” es si el barco aguanta o si el hundimiento ya empezó.