El 30 de diciembre de 2004 quedó grabado como una de las peores tragedias en la historia de la Argentina. Aquella noche, el boliche Cromañón, ubicado en el barrio de Once, se convirtió en un infierno cuando un incendio desatado por una bengala causó la muerte de 194 personas y dejó más de 1.400 heridos. Mirá también en Infocielo hoy
A 20 años del desastre, el país recuerda con dolor y reflexión un evento que cambió para siempre la forma de pensar la seguridad en los espacios públicos y la responsabilidad de las autoridades.
En esta fecha tan significativa, Gustavo Pascual, conocido como Pasky, Sobreviviente de Cromañón y actual integrante del staff de la banda Los Gardelitos, compartió su testimonio en un entrevista exclusiva con Infocielo. Pasky recuerda esa noche con detalles que conmueven y generan indignación.
Antes de la tragedia: la previa de una noche que prometía música y alegría
“Ese 30 de diciembre fui con Florencia, mi novia en ese momento, y un amigo, Diego. Hacía mucho calor, así que compramos unas gaseosas y nos fuimos temprano porque queríamos ver a Ojos Locos también”, relata Pasky. Como tantos otros jóvenes, esperaban celebrar el fin de año con música en vivo. Llegaron al boliche, hicieron la fila y vivieron una situación que, en ese momento, les pareció anecdótica: “Nos hicieron sacarnos las zapatillas en el cacheo, algo que nunca había pasado”.
Dentro del lugar, todo transcurría con normalidad. Pasky y Flor subieron al primer piso, al VIP, desde donde se veía perfectamente el escenario. Ojos Locos ya había tocado y la pirotecnia se había hecho presente, algo común en los recitales de aquella época. Sin embargo, Omar Chabán, el dueño de Cromañón, apareció en el escenario para advertir sobre el uso de bengalas, aunque su mensaje fue brutalmente ofensivo. “Nos insultó, nos trató de ‘negros de mierda’ y dijo que si Cromañón se prendía fuego, nos moriríamos como en el shopping de Paraguay”, recuerda Pasky.
Durante la tragedia: segundos que cambiaron la vida de miles
La presentación de Callejeros comenzó en un clima de euforia. Pero todo cambió en cuestión de minutos. Pasky notó un movimiento extraño en la media sombra que cubría el techo y vio cómo pequeñas gotas de fuego comenzaban a caer. “Le dije a Flor que esperara, que no iba a ser fácil salir en medio del quilombo. Pero en segundos, ese fuego mínimo se expandió violentamente y tomó toda la media sombra”.
El humo invadió el lugar, la luz se cortó y el pánico se apoderó de la multitud. Pasky agarró a Flor de los hombros y la empujó hacia una salida que conocía. “Era como una montaña de gente. Sentía que no podía respirar y pensé que iba a morir. Pero lo único en mi mente era que no podía dejar sola a mi mamá”.
Gracias a otros sobrevivientes que formaron cadenas humanas, Pasky logro salir del lugar y llevar a Flor a una esquina segura. Volvió a entrar tres veces para ayudar a otros. “Era desesperante. La policía, los bomberos, nadie estaba organizado. Todo era humo, gritos y llanto”.
Después de la tragedia: duelo, militancia y memoria de los sobrevivientes
El 31 de diciembre fue un día de luto. Pasky, Flor y sus amigos se enteraron de que Jacqueline Santillán, una amiga cercana, había fallecido. “Brindamos solos, con las ventanas cerradas, por nosotros y por ella”, relata con tristeza.
A partir de ese momento, Pasky se unió a la organización “No Nos Cuenten Cromañón”, integrada por sobrevivientes, familiares y amigos de las víctimas. Desde entonces, ha luchado por mantener viva la memoria de lo ocurrido y exigir justicia.
En 2021 se logró la aprobación de una ley de expropiación para convertir el boliche en un espacio de memoria. Sin embargo, aún no se ha podido ingresar al lugar por problemas legales con el dueño. “Soñamos con que sea un espacio de luz, arte y homenaje. Un lugar donde la comunidad pueda conocer lo que realmente ocurrió”, afirma Pasky.
Además, se logró una ley de asistencia integral y un subsidio vitalicio para los sobrevivientes, que también permite que aquellos no registrados puedan inscribirse.
Una lucha que sigue viva
Cromañón marcó un antes y un después en la sociedad argentina. A 20 años, la tragedia sigue siendo un llamado a la reflexión sobre la responsabilidad y el respeto por la vida humana. Como dice Pasky: “Seguiremos luchando para que Cromañón sea un lugar de memoria y nunca más ocurra algo así”.
Este 30 de diciembre, sobrevivientes y familiares realizarán un acto en el Obelisco para conmemorar a las víctimas y renovar el compromiso con la memoria y la justicia.
LA MÚSICA NO MATA
La tragedia de Cromañón marcó un antes y un después en la sociedad argentina, dejando cicatrices imborrables en quienes sobrevivieron y en los familiares de las víctimas. A 20 años de aquella noche, el dolor persiste, pero también lo hace la lucha por la memoria, la verdad y la justicia. Este compromiso colectivo ha transformado el sufrimiento en una fuerza motriz para garantizar que hechos como este no vuelvan a ocurrir.
Callejeros, más allá de las polémicas que rodearon su historia, representan para muchos el espíritu de una generación que encontró en la música un refugio, una forma de expresión y un espacio para soñar. La música, como bien dijeron ellos mismos, no mata. Al contrario, une, emociona y sana. La responsabilidad recae en quienes tienen el deber de garantizar la seguridad de los espacios donde el arte cobra vida.
Hoy, los sobrevivientes, familiares y amigos de las víctimas siguen siendo una voz poderosa que clama por justicia. Han demostrado que el amor y la memoria pueden convertir el dolor en esperanza. Cromañón no solo debe ser recordado como una tragedia, sino como un llamado a la responsabilidad y al cambio.
La música seguirá sonando, porque en ella habita la vida. Y mientras tanto, la lucha continuará para que las víctimas de Cromañón tengan el lugar de homenaje y memoria que merecen. Por ellos, por quienes amamos la música, y por un futuro más seguro, nunca dejaremos de exigir justicia.