Suecia, un país que hasta hace poco era considerado un modelo de seguridad y prosperidad en Europa, vive una situación de emergencia por el aumento de los asesinatos y la violencia relacionados con las bandas criminales que operan en su territorio. Ante la incapacidad de la policía para contener el baño de sangre, el gobierno tomó la drástica medida de desplegar al Ejército en las calles para apoyar las labores de seguridad y restaurar el orden público.
El primer ministro sueco, Ulf Kristersson, anunció el pasado viernes que ordenó a las Fuerzas Armadas que se unan a la policía en la lucha contra las pandillas por la ola de inseguridad, y calificó a esa delincuencia como “enemigos del Estado”. Kristersson prometió a los ciudadanos que pondrá “todos los recursos necesarios” para “derrotar a las pandillas” y aseguró que desplegó “todo sobre la mesa” para hacer frente a la crisis.
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INSEGURIDAD EXTREMA E INMIGRACIÓN
Según la policía sueca, el país vive sumido en una ola de violencia e inseguridad sin precedentes que podría recrudecerse aún más en los próximos meses. “No parece que vaya a perder fuerza a corto plazo“, reconocieron, y lo definen como “violencia de tipo terrorista”. En septiembre, 12 personas murieron en enfrentamientos entre bandas en el país, siendo la última víctima una mujer que perdió la vida como consecuencia de una explosión registrada el jueves pasado.
La ola de inseguridad y violencia, en un país históricamente tranquilo y modelo de convivencia como Suecia, hizo que las autoridades decidieran desplegar las Fuerzas Armadas en las calles, y culpen a la inmigración por el estado de situación actual
El Ejército se desplegará en las zonas más conflictivas del país para colaborar con las autoridades policiales en labores de vigilancia, logística o análisis de la situación. El gobierno de Suecia también planea emprender una reforma legal para endurecer las penas por los delitos violentos y modificar la política de inmigración, ya que muchos de los miembros de las bandas son extranjeros o hijos de inmigrantes.
Kristersson pidió el apoyo del resto de los partidos políticos para llevar a cabo estas medidas, que considera necesarias para recuperar la seguridad y la confianza de los suecos. El líder conservador llegó al poder en septiembre del año pasado con el respaldo del partido identitario “Demócratas de Suecia”, que capitalizó el descontento de los votantes por la gestión del anterior gobierno socialdemócrata ante la crisis migratoria y la delincuencia.
Suecia se enfrenta así a uno de los mayores desafíos de su historia reciente, que pone en cuestión su modelo social y su reputación internacional. La decisión de sacar al Ejército a la calle genera debate y controversia tanto dentro como fuera del país, porque algunos sectores ven en la medida una manera desproporcionada y contraria a los valores democráticos tradicionales del país escandinavo.
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