Este Tiny Desk de Fito Páez es una de las mejores formas de acercarse hoy a su obra: logra conjugar lo íntimo y lo representativo, lo clásico y lo actual, compartiendo fuerza emocional sin depender de producción ostentosa. Para un artista de tanto recorrido, su reto no es reinventarse radicalmente cada vez, sino mostrar que todavía tiene cosas que decir, que su voz, su mirada, su interpretación siguen vigentes. En ese sentido, le sale muy bien.
Me hubiese gustado un poco mas de juego con los arreglos, sorprender con versiones distintas de los clásicos, o incorporar un tema nuevo que aún no haya sido escuchado, para equilibrar más lo que ya sabemos con lo que podemos descubrir. Pero yo no soy Páez y Paéz puede hacer lo que quiera.
El repertorio es una mezcla justa. Están los clásicos que todos queremos escuchar, “A rodar mi vida”, “Mariposa Tecknicolor”, fueron las primeras canciones, con una sección de vientos muy ajustada. pero también mete cosas nuevas como “Sale el sol”, de su disco Novela. Luego “Circo Beat”, su clásico de 1994 de su disco homónimo para terminar con “Tercer Mundo” (esa sí me gustó) con algunas líneas adaptadas a los tiempos de hoy, con personajes bien “argentos” como La Mona Jiménez, la Coca Sarli, Beatriz Salomón, los Pimpinela, el Gordo Porcel, Billy Bond, Tita Merello, Batato Barea y Paco Amoroso y Ca7riel. Todo esto habla de un artista que no vive solo de la nostalgia, sino que sigue mirando hacia adelante.
La banda suena increíble, a la voz y los teclados de Fito lo acompañaron Juani Agüero y Vandera (guitarra y coros), Diego Olivero (en bajo y coros), Juan Absatz (teclado y coros), Emme (coros), Gastón Baremberg (batería), Alejo von der Pahlen (trompeta), Ervin Stutz (saxo tenor) y Santiago Benítez (trombón). No es un show minimalista de piano y voz: hay metales, guitarra, bajo, batería, coros… todo en un formato compacto, que llena sin saturar. Le da color, dinamismo y evita que el set se sienta plano.
Los Tiny Desk duran poco, y eso lo sabemos, menos de 20 minutos. Es lo que tiene el Tiny Desk de bueno y de malo, claro, pero con un repertorio tan enorme como el de Fito Paéz uno se queda con ganas de más. Aun así, el show funciona perfecto: cercano, cálido, lleno de emoción. Ver a Fito en este formato global, que ya es un sello de prestigio para la música latina, confirma lo que ya sabemos: su obra está más viva que nunca y sus canciones siguen viajando en el tiempo sin perder fuerza.
El Tiny Desk de Fito Páez es un placer. De entrada, el formato íntimo le juega a favor: ahí, cerquita del piano, sin pantallas gigantes ni luces de estadio, Fito puede mostrar lo que mejor hace: cantar, emocionar y contar historias a través de sus canciones.
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