El disco fue presentado para el público en el Movistar Arena el 12 de noviembre de 2025, aunque con la banda sin sus instrumentos, ante un recinto totalmente colmado de gente. Para la escucha de este disco, la banda contó con invitados como Ricardo Soulé, Wos y gran parte de los integrantes de la mítica banda Horcas, entre otros invitados más. Contaron, además, con la participación del reconocido filósofo y sociólogo Darío Sztajnszrajber.
La presentación comenzó con el estreno del documental “Sonidos, barro y piel”, dirigido por Leopoldo Montero Ciancio. Se trata de una producción que recorre su historia, el proceso creativo y el vínculo entre la banda, con imágenes inéditas registradas durante la grabación del disco en el estudio La Calandria.
Luego, el público disfrutó de una escucha exclusiva del álbum, grabado en distintas etapas entre 2019 y 2025. El nuevo material incluye canciones inéditas y otras ya conocidas, como Mundo Ganado (2019), Insomnio (2020(), Cabalgata Deportiva (2020) y San Saltarín (2023), tema que, en 2024 recibió el Premio Gardel a Mejor Canción de Rock.
Para el cierre, Ricardo, Diego y Catriel participaron de una charla con Darío Sztajnszrajber, en la que conversaron sobre el sentido del disco, su recorrido y respondieron preguntas del público.
Quince años después de Amapola del 66, Divididos volvió a entrar al estudio como quien regresa al epicentro de un terremoto que lleva demasiado tiempo en silencio. Y lo que entregaron no es un simple disco: es una declaración de supervivencia. Divididos, así, a secas, sin anestesia ni metáfora, es la banda mirándose al espejo y diciendo: “Todavía estamos acá, y todavía podemos romperlo todo”.
La tapa del disco —dos paños celeste y blanco unidos por una sutura— ya deja entrever que acá hay una herida, y también una voluntad de sanarla. En las letras aparece ese pulso: una Argentina que duele, que muta, que resiste. Pero el trío evita la obviedad política y se mueve en una zona más emocional, más humana. No sermonea con discursos.

Desde el primer riff queda claro que Mollo, Arnedo y Catriel no vinieron a hacer arqueología. El trío suena afilado, contundente, casi insolente para una banda que podría vivir cómodamente de la nostalgia. Pero no: Divididos respira intensidad y una urgencia inesperada, como si el tiempo fuera combustible en lugar de desgaste.
Igual a primera escucha, no es Divididos. No hay hits, hay buenos temas. La sensación que me da a mí, es más un disco solista de Ricardo Mollo que un disco redondo de Divididos. Se nota lam poca homogeneidad de los temas más viejos con la producción de los temas nuevos. Hay mucho de Zeppelin (en la composición) y de Hendrix (en la voz y la guitarra) alejado del sonido clásico de la banda, por eso me da la sensación subjetiva que todos los pases son para Mollo
La producción, paciente, obsesiva, atravesada por seis años de grabaciones intermitentes, le da al álbum un peso diferente. No es un trabajo apurado ni un capricho tardío: es un disco construido con la calma de quienes esperan el momento exacto para golpear. Golpean? Sí, pero no muy fuerte. Pero el rock explota, lo hace con la ferocidad clásica de la banda: riffs cargados de electricidad, bajos que caminan como si arrastraran montañas y una batería que no necesita adornos para marcar territorio. Pero los momentos más introspectivos no se quedan atrás: ahí Divididos recuerda que también sabe murmurar con una profundidad que muchos confunden con silencio.
Tema a tema
“Aliados en un viaje” quizá uno de los temas más de tiempos de Sumo, con grandes respiros entre estrofas, un tema largo y necesario para llevarnos a un gran climax. El tema fue compuesto en colaboración con Pedro Irigaray, letrista de la primera formación de MAM (el grupo que Ricardo compartía con su hermano, Omar Mollo en los años 70) y con quien habían sido compañeros en la escuela secundaria. “Aliados en un viaje” dice la letra y es un buen comienzo para esta nueva etapa de la banda
En “Montes de olvidos”, un riff potente algo hard rock pero que no suena a algo fuera de control controlado que solía dejarnos en discos como Amapola del´66, la armonica le da un aire interesante al este tema casi zepeliniano. Pero es otro tema que no explota, y me falta eso en la piel
“Bafles en el mar”, una canción que puede entenderse como la más clásica del estilo que nos tiene acostumbrados el power trío. Solitos y bases muy a lo Hendrix y un bajo que domina la escena de la canción, la batería está como descolgada en el fondo de la canción sin integración a una canción que viene siendo la mejor del album hasta ahora
El comienzo de “Doña Red” ya es otra cosa, ésto sí es más divididos. Mollo canta cada vez mejor pero no se si eso es algo positivo para la banda, pero tampoco es nagativo. Con un pulmón muy Beatle, cae en un terrible solo de Ricardo. Un llamado al uso las redes y la pérdida de la identidad
“El faro”, sube la vara nuevamente, es rock en estado puro, el galope en el bajo, la batería derechita y una pandereta que marca el estribillo (y no falla). ¡Final de cancha!
“Mundo ganado” y “San Saltarín”, son viejos conocidos para los fans del grupo. “Mundo ganado” es casi una continuación de “El arriero” (La era de la boludez, 1993). Grabado en 2019 era el comienzo de lo que hoy es este disco. “San Saltarín“, directamente no me gusta, parece de otro disco, de otra banda y no me quiero meter con el video. Con esas gaitas que traen ecos de la música celta y de “Crua Chan” (perdón Luca)
“Vos ya sabrás” la veta acústica clásica del grupo. Melancólica, profunda y reflexiva.
“Revienta en Mi mayor”, es la más Divididos de éste disco. De las canciones más “Era de la Boludez” del disco. Rock visceral, cortes y contratiempos, Catriel llevando la máquina, haciéndose cargo definitivamente de ser el baterista de Divididos. La primera de un final más rockero que se pega casi sin que se note a “Insomnio” también con muchos aires de Led Zeppelin, un buena canción y la también previamente estrenada “Cabalgata deportiva” estas últimas grabadas en el 2020
“Grillo” es un temazo, el más “Mollo solista”, austero, intimo. Una orquestación bellísima a cargo de Nico Sorín, cierra el álbum casi como un broche de oro.
No todo es impecable. La densidad conceptual puede sentirse pesada en algunos tramos, y el paso del tiempo para hacer este disco (15 años) se nota. Las ideas que quizás fueron demasiado revisadas. Disco vivo, atemporal y quizá con el tiempo se convierta en un gran disco.
Divididos no es una postal vintage ni un intento de volver a sonar como antes: es el retrato crudo de una banda que sigue evolucionando sin pedir permiso.

