Si bien los clásicos son partidos aparte, el Estudiantes –Gimnasia del domingo próximo encierra un sinfín de condimentos que lo hacen un poco más especial aún. Porque los equipos llegan con necesidades diversas y objetivos muy distintos.
Ninguno de los dos llega cómodo, aunque la realidad de ambos resulta incomparable. Mientras uno no puede hacer pie en la pelea por la permanencia el otro está en deuda por los millones invertidos para pelear la Copa Libertadores. A continuación, un repaso de la actualidad de los equipos que paralizarán por un buen rato a nuestra ciudad.
Estudiantes y la necesidad de dar un poco más
El Pincha llega al clásico en zona de clasificación a los Playoffs, pero lejos de la clasificación a torneos internacionales para la próxima temporada. La Libertadores es imposible por la tabla anual y solo clasificará si sale campeón. De la Sudamericana también quedó lejos por la seguidilla de empates que tuvo en los últimos tres encuentros.
Y la realidad indica que el equipo está en deuda. Nunca logró el nivel de excelencia que buscó con un mercado de pases millonario. Priorizó la Libertadores y se quedó en la puerta de semifinales. Una buena Copa, sí, que no le permitió ocuparse del torneo local donde el equipo jamás arrancó: afuera en octavos en el Apertura y eliminado de Copa Argentina en dieciseisavos. Decimotercero en la general y sin copa internacional (de momento) explican un proceso que no terminó de engranar a pesar del maquillaje que varios quisieron hacer. El equipo está en deuda y cualquiera lo sabe.
El técnico no termina de dar en la tecla con el equipo y el ciclo asoma atormentado por los arbitrajes, la falta de gol y los goles recibidos. El Clásico del domingo es una buena chance para mostrar lo que hasta aquí brilló por su ausencia y regalarle una alegría a su público.
Gimnasia y una pelea contra sí mismo
El Lobo llega mal pisado al Clásico. No arrancó nunca en el año y edificó una horrible campaña basada en malas incorporaciones, pésimos resultados y constantes cambio de entrenadores. Apenas ganó ocho partidos en 2025 y su permanecía en Primera División parece depender más de que el resto no sume que de lo que pueda hacer el conjunto de Orfila.
La poca inversión en un plantel profesional con enormes falencias se nota cada fin de semana. Si a eso le sumamos la presión de quienes juegan con el agua al cuello, podemos entender porque el equipo está donde está. Cambió tres veces de entrenador en el año (Méndez, Flores, Orfila y el interinato de Zaniratto) y los resultados no mejoraron. Hizo mercados de dos mangos y la jerarquía se paga: el equipo no tiene gol, le convierten mucho y la gente perdió por completo la confianza en el plantel.
Para el partido del domingo existe, además, un condicionamiento más: ganó solo dos partidos en el año como visitante, ante ATU y Sarmiento, dos de los equipos más flojos del torneo. Por eso tendrá una parada brava de la que, si sale bien parado, podrá mirar el futuro con otros ojos…