Cuando Alejandro Orfila dijo que “el equipo respondió” lo hizo quizás para atenuar los efectos de la derrota frente a Talleres. Para rescatar algún rasgo optimista -si es que existió tal cosa- después del tropiezo ante un rival directo sobre el final del partido. Pero, ¿Gimnasia en efecto respondió? Y, en proyección, a una semana del Clásico Platense, ¿es realmente tranquilizadora esa extraña afirmación del Chano?
Está bien que un entrenador obligado a descomprimir se ate a un discurso más benévolo en tiempos de angustia, de preocupación. Profundizar el ancho de la herida con una contestación rupturista poco le aportaría a un equipo que tiene por delante la visita a Estudiantes, sí, pero también partidos de alto rango y ante rivales desde los papeles superiores como River, Vélez y hasta el campeón Platense —que no esté pasando por un buen momento no le quita su estatus—.

El problema entonces sería que Orfila realmente esté convencido de que Gimnasia está respondiendo. Algo que no es así. Por algo en plena zona de definiciones eligió cambiar el mediocampo (¿demasiado tarde?) que es el corazón del juego para probar a Juan Yangali —bien ante Sarmiento, flojo ante la T— y Augusto Max, el mejor defensivamente en el cierre del partido ante los cordobeses.
Por eso mismo impulsó el regreso de Bautista Merlini, reorganizó el ataque sin hallar la configuración perfecta que parecía haber encontrado en el arranque del torneo con Norberto Briasco y el Chelo Torres.
La necesidad ahora obliga a GELP a encontrarse a sí mismo. A robustecer una base sólida que recupere aquella solidez defensiva de los primeros partidos del campeonato (impenetrable ante San Lorenzo, Independiente y Godoy Cruz; incluso tuvo un buen primer tiempo ante Lanús) que lo llevó a tener a Gastón Suso y a Renzo Giampaoli como los zagueros con más acciones defensivas del torneo.
Esas “respuestas” —en términos del glosario de Orfila— no están más. O no aparecen con la continuidad que Gimnasia necesita para evitar sufrir el efecto palo enjabonado en la lucha por la permanencia. Esa sensación hace que el esfuerzo que uno realiza en términos hasta psicológicos no tenga su recompensa, pues parece que a mayor fuerza que uno ejerza, más patina.

Todo en coincidencia con un Talleres que ahora sí gana (pero que comparte fixture bravo con el Lobo), con un San Martín SJ que tiene por delante cruces ante rivales directos y un Aldosivi que, al igual que los sanjuaninos, harán ese último intento de salir del fondo.
En este contexto hace falta una reacción más que una respuesta invisible en términos de acciones de juego. Porque del Clásico Platense en adelante vendrán minutos decisivos. Que marcarán la temperatura de un fin de año caliente para Gimnasia.