Que no fue una tarde más, no hay dudas. La derrota de Gimnasia a manos de Talleres desató la furia de los hinchas que fueron al estadio y que reclamaron por una reacción. Una imagen que ya se vio en varias oportunidades, pero que se profundizó en la tarde del sábado debido a el traspié ante un rival directo en la pelea por no descender.
Los insultos y silbidos que históricamente fueron a la CD se ramificaron y alcanzaron a los jugadores y al DT: el Lobo perdió seis de los últimos ocho partidos y tiene por delante el clásico, la visita al Monumental y al Vélez de Guillermo… un fixture muy poco amigable para jugar la permanencia.
El partido terminó 17.50 y recién a las 19.05 se fueron los últimos de la zona de vestuario. Es que en cuanto el árbitro Martínez Beligoy marcó el final del juego los hinchas explotaron. Primero queriendo entrar a la zona de vestuarios por el portón cercano a la cabecera de calle 60. Y después agolpándose en la salida de vestuario, pero del lado de la calle.
Mientras tanto adentro todo era tensión. Mariano Messera estaba desconsolado en la zona de palcos y tardó un rato en llegar a los vestuarios. Lo mismo los dirigentes que, ya acostumbrados a la custodia, debieron esperar para llegar a zona de camarines.
Orfila daba, mientras tanto, una insólita conferencia: “El equipo respondió”, esbozó explicar, expresando una realidad preocupante si es que realmente lo piensa.
Otra salida desmentida y una salida custodiada
A medida que los minutos transcurrían y la gente no se iba apareció la policía. Y después gendarmería. La orden fue clara: “No sale nadie, el clima está picante”. Por eso de a poco el playón de estacionamiento se abarrotó.
En ese momento el foco de charlas iba creciendo. Arrién, vice primero, con Messera. Cowen y Messera dentro del vestuario. Alguien tira un rumor: “Vamos a tratar de que no siga”. Falso. La desmentida oficial no se hace esperar: “No hay chance ni de que se vaya solo y ni de que lo echemos”.
Llega uno de los hombres de seguridad para avisar que saldrá una primera tanda de autos. Jugadores, dirigentes y algunos micros. Los hinchas se enojan con Sosa. No por su juego, sino porque “los toreaba con su auto”. Solo tres jugadores se fueron en paz: Merlini, Max e Insfán.
Cerca de las siete de la tarde ya no había casi nadie. Apenas el presidente Cowen, parte de su familia y algún que otro dirigente más. La derrota ante Talleres caló hondo en la gente, que se recentrará con el equipo dentro de tres semanas cuando reciba a Vélez. ¿Qué pasará esa vez?