El mercado de pases de Gimnasia tiene, por estas horas, a Siro Rosané como uno de los nombres que están en carpeta. El volante de 25 años que desde 2023 juega en Barracas Central es un futbolista que se desempeña en el centro del campo y es bien conocido por Alejandro Orfila.
Nacido en Río Cuarto y formado en Estudiantes de esa localidad, pasó por las Inferiores de San Lorenzo antes de recalar en el Guapo. En Boedo justamente debutó en Primera en 2021, y por entonces, brindó una entrevista con el Diario Clarín en la que habló sobre su infancia.
Siro Rosané tiene una llamativa historia familiar: su apellido al nacer fue en realidad Cabral, pero su padre desapareció de su vida cuando era un niño. En 2013 su madre falleció en un accidente automovilístico y su papá decidió no hacerse cargo de los chicos.
Lo que inició como una historia dolorosa, tuvo luego un capítulo conmovedor que permitió sanar las heridas: su abuelo se hizo cargo de la crianza de él y sus dos hermanos, Gino y Vito. Curiosamente su abuelo, Carlos Rosané, también fue futbolista en Atlético Santa Rosa.
“Desde que falleció su mamá el 28 de agosto de 2013 los tuve que criar a Siro y a los hermanos, la vida nuestra fue complicada. Siro fue creciendo y sé que sufrió mucho aunque él no es de demostrar”, contó justamente su abuelo en aquella nota con Clarín.

Siro Rosané y el rol clave de su abuelo
“Mi abuelo hace de mamá y de papá. Estuvo siempre cuando lo necesitamos, fue un pilar muy grande. Cuando yo vivía allá, él hacía todo: cocinaba, lavaba la ropa, planchaba, nos llevaba al colegio y a entrenar”, expresó sin vueltas el volante apuntado por Gimnasia.
En aquel entonces resaltó el rol vital que cumplió para ellos: “Para mí y para mis hermanos fue fundamental. No sé dónde estaríamos hoy sin él. También está mi tía Josefina que nos ayudó un montón. Todos aportaron un poco para que nosotros estemos bien”.
A la hora de hablar de su padre demostró una gran madurez para alguien que, en ese momento, tenía solamente 21 años. “Río Cuarto es chico y lo solemos ver pasar, pero él pasa de largo y no nos da bola. No hay más relación”, contó.
En ese sentido cerró: “La verdad es que desde el momento en que se fue no pensé en hacerme la cabeza para tratar de entender qué le habrá pasado o qué fue lo que nosotros le hicimos para que nos dejara de prestarnos atención. Siempre fui para adelante. Con lo que teníamos, con mi abuelo, mi tía y mis hermanos solamente pensamos en salir adelante y dejarlo a él con sus problemas”.


