Un vaso plástico, unos cuantos mosquitos atrapados adentro y la punta encendida de un espiral que se introduce lentamente como si fuera un arma de guerra química. La escena, filmada en un video casero de apenas 10 segundos, alcanzó para desatar una nueva polémica en la red social X, donde miles de usuarios se enfrascaron en una discusión que osciló entre la ética, la salud pública y el absurdo.
La grabación muestra cómo los mosquitos, visiblemente confundidos, revolotean dentro del recipiente sin salida mientras el humo del espiral comienza a llenarlo. Algunos celebraron la “ingeniosa solución” para terminar con los insectos. Pero otros, alarmados, pusieron el grito en el cielo: “Esto es tortura animal”, afirmaron. Y ahí explotó el debate.
“Me dio más impresión esto que cualquier video gore”, escribió una usuaria fanática de las pelis de terror, con miles de likes. Otro lo comparó con prácticas de exterminio: “Es como una cámara de gas, pero versión entomológica”.
PRO Y ANTI INSECTOS
Los defensores de los derechos animales más radicales no tardaron en aparecer, acusando al autor del video de crueldad gratuita. Algunos fueron más lejos: “Hoy son mosquitos, mañana es tu gato”, ironizó un perfil con bandera vegana.
Del otro lado, los realistas (o indiferentes) contraatacaron: “Son mosquitos. Transmiten dengue. ¿En serio vamos a indignarnos por esto?”, preguntó un usuario que luego citó datos del Ministerio de Salud. “No vi a nadie llorar cuando los matamos de un chancletazo”, retrucó otra cuenta. La grieta, como siempre, quedó servida.
Pero la viralización del video no solo dividió opiniones: también abrió preguntas más profundas. ¿Qué nos incomoda en realidad? ¿La muerte del mosquito o el hecho de que alguien se tomó el tiempo de montar la escena, filmarla y subirla con cierto orgullo? La puesta en escena tiene algo de película distópica: encierro, humo, sufrimiento. Y aunque se trate de insectos, para muchos fue suficiente para activar el chip moral.
LOS MOSQUITOS TAMBIÉN FUERON MEMES
Entre la indignación y la burla, también aparecieron los inevitables memes: mosquitos llorando, versiones dramatizadas de la escena con música épica y hasta cuentas parodia que se autodenominaron “Mosquitos por los Derechos Humanos”. Todo, por un video.
La polémica se inscribe en un debate más amplio que viene creciendo: ¿cuáles son los límites de nuestra empatía? ¿Y quién los define? En tiempos donde cada gesto puede viralizarse y transformarse en símbolo, hasta matar un mosquito deja de ser un acto privado para convertirse en un tema de conversación colectiva.
Mientras tanto, el autor del video no hizo declaraciones. Tal vez no esperaba esta reacción. Tal vez solo quería dormir sin picaduras. Pero terminó despertando algo mucho más picante: el eterno dilema sobre qué vidas valen, y cuán hipócritas o selectivos somos a la hora de indignarnos.