Eduardo Feinmann se metió de lleno en la polémica que se desató tras el pasillo de espaldas que realizó Estudiantes en el Gigante de Arroyito, una protesta directa frente a la proclamación de Rosario Central como campeón por decisión de la AFA.
Mientras el gesto recorre medios locales, nacionales e incluso internacionales, el periodista eligió apuntar su artillería pesada contra un nombre propio: Juan Sebastián Verón.
El gesto que encendió la mecha
La imagen de todo el plantel pincharrata formando el pasillo, pero dándose vuelta al momento de la salida de Central, explotó en redes y titulares.
Desde diarios rosarinos hasta portales europeos, el foco estuvo en la protesta y en la figura de La Brujita como referente institucional. Para Feinmann, ese gesto no fue una decisión futbolística sino una maniobra política.
De hecho, el conductor disparó sin rodeos: “No uses, Verón, a tus jugadores como si fueran esclavos del César o del dictador. Ustedes van a hacer lo que yo digo. Vayan al pasillo y vayan de espaldas”. Con esa frase, dejó en claro que, para él, la escena fue una bajada de línea directa del dirigente.
Feinmann fue al hueso
La crítica no quedó sólo en la decisión del pasillo. Feinmann le sumó una acusación de corte histórico y cargada de vieja polémica: “Claro, como él conoce eso de lo que es ir para atrás. Verón en la Selección Argentina cuando tuvo que enfrentar a los ingleses, justo a los ingleses”. Una referencia a los cuestionamientos que Verón recibió en el Mundial 2002, cuando volvió a la Premier League poco después.
El periodista redobló la apuesta al remarcar que aquel episodio marcó para siempre la relación entre Verón y la hinchada: “El tipo iba para atrás, tiraba la pelota fuera, daba mal los pases, porque él tenía que volver a jugar a Inglaterra. Tal es así que el público… yo me acuerdo… cada vez que entraba Verón, aún vistiendo la casaca de la Selección, después de ese Mundial, lo puteaban en colores”.
Un tiro por elevación hacia la AFA
Para Feinmann, la postura de Verón en esta ocasión no sólo apunta a Rosario Central sino que es parte de un mensaje político hacia la conducción actual de la AFA, encabezada por Chiqui Tapia y con la figura influyente de Pablo Toviggino. En su lectura, la postura pública de Verón no sería una defensa de “buen tino” ni un reclamo moral, sino un movimiento más dentro del ajedrez dirigencial del fútbol argentino.
La reacción internacional al pasillo fue grande, pero ninguna tan filosa como la del comunicador, que acusó a Verón de presentarse ahora como un “adalid de la honestidad” tras años en los que, según él, respondió a intereses extranjeros.
Lo más duro fue la sugerencia tácita de que Verón sea un “cipayo vendido a los intereses británicos”, interpretación que sobrevoló toda su editorial, aun sin pronunciarla textualmente en cada intervención.
Así, mientras la discusión futbolera sigue girando alrededor de si el pasillo de espaldas fue un acto de protesta legítimo o un papelón histórico, Feinmann instaló otro eje: el rol de Verón, su pasado, sus decisiones y a quién responde cada movimiento del dirigente. Un cruce que promete seguir durante varios días en la agenda deportiva y mediática.

