La madrugada de este jueves dejó en Santa Elena, partido de Mar Chiquita, una sensación extraña: la evidencia palpable de que lo salvaje todavía puede irrumpir en lo cotidiano. Un video casero y las imágenes de una cámara de seguridad mostraron a un puma moviéndose con sigilo entre pastizales y veredas, una figura que se recortó contra la luz anaranjada de un reflector y que, en cuestión de minutos, puso en vilo a los vecinos.
La sombra entre los pastizales
La filmación —borrosa, temblorosa, suficiente— registró a un felino grande y elegante cruzando una calle de tierra; la escena duró apenas segundos pero alcanzó para desatar preguntas y precauciones. Hubo quienes salieron a mirar desde la puerta con linternas, y quienes, desde la ventana, contuvieron la respiración. La policía rural, Defensa Civil y la división de fauna provincial desplegaron patrullajes y pidieron prudencia: no acercarse, no intentar ahuyentar al animal y mantener a las mascotas en el interior.
Para muchos, la aparición fue una mezcla de asombro y miedo. “Nunca pensé verlo tan cerca”, contó una vecina que compartió el video con los medios locales. Otros, con un tono más práctico, recordaron que la región, donde el campo dialoga con zonas urbanas y con la laguna, no es ajena a avistamientos ocasionales de pumas: la pérdida de hábitat y la expansión de barrios sobre terrenos rurales facilitan este tipo de cruces.
Entre la curiosidad y la alarma
El video viral alimentó especulaciones en redes: algunos celebraron la rareza del acontecimiento, otros advirtieron sobre el peligro potencial. Los especialistas consultados por la prensa marplatense señalaron que lo más probable es que el ejemplar estuviera de paso, en búsqueda de alimento o refugio, y que la prioridad era confirmar si estaba herido o si había crías cerca, circunstancias que pueden volver a un puma impredecible.
Durante los minutos siguientes se ampliaron los recorridos de búsqueda y se intensificó la comunicación a los vecinos: evitar salir de noche, cortar las salidas innecesarias y avisar inmediatamente ante cualquier nueva observación. No se registraron ataques hasta el momento, pero la proximidad del animal a zonas habitadas exigió medidas preventivas y un cuidado extra con animales domésticos.
Con el primer brillo del día, el puma ya no fue visto. Quedaron, en cambio, las imágenes y la sensación colectiva de haber sido visitados por algo que pertenece a un mapa más antiguo que la existencia de calles: la presencia de un depredador que reclama, por unos instantes, un territorio que la ciudad va reduciendo.
Algunos dejaron agua o comida para perros bien guardada por las dudas; otros optaron por cerrar ventanas y bajar las persianas temprano, como si la visión nocturna del felino hubiese ajustado un nuevo ritmo para el pueblo.
En Santa Elena se retomaron las actividades, pero con otro pulso: el recuerdo del puma de Mar Chiquita quedó en los teléfonos, en los relatos de mate en la vereda y en la certeza de que la naturaleza, a veces, se pasea por el límite y muestra la convivencia entre mundos distintos. Hasta que la provincia confirme si el ejemplar fue localizado o retornó a su hábitat, la recomendación sigue siendo la misma: observar, avisar y respetar la distancia.
Aparición de pumas en zonas semi-rurales de provincia de Buenos Aires
Los hallazgos de pumas en diversos puntos del sudeste de la provincia de Buenos Aires se volvieron una constante en los últimos años.
Registros en las afueras de Mar del Plata o en distritos como Balcarce y San Cayetano, son habituales desde este último invierno.
La situación Ilevó al Ministerio de Desarrollo Agrario bonaerense a realizar diversas ponencias y encuentros abiertos a la comunidad para instruir en el
tema.