“No tengo tiempo para saber si hay un amor ideal” cantaba un irreverente Joaquín Levinton a principios de siglo y se convertía en hit. Pese al estallido económico y social que hizo volar por los aires al gobierno de Fernando De La Rúa, en aquel momento de Argentina la mitad de las familias apostaba al amor y la fidelidad. Y juraba amarse y respetarse hasta que la muerte los separe.
Casi veinticinco años más tarde la canción de Turf titulada “Yo no me quiero casar, ¿Y usted?” aún es furor en boliches y bares ya entrada la madrugada. Y su contenido es más popular y sincero que nunca: Apenas el 27 por ciento de la sociedad argentina pasó por el registro civil a decir “sí quiero”, según los datos que arrojó la última Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del INDEC.
La canción infantil del arroz con leche que versaba sobre un casamentero que deseaba a una señorita de San Nicolás no sólo fue puesta en cuestión por el rol que le asigna a la mujer, sino que se choca de frente con la realidad de la sociedad posmoderna. Cada vez menos gente se quiere casar.
Pese a la aparente mala noticia para salones de fiestas, modistas, artistas del maquillaje, bandas tributo y tíos cincuentones deseosos de cachengue, la caída en la tasa de matrimonios no ha significado el fin del amor. Si bien la soltería aumentó del 28 al 32 por ciento, el boom de las últimas dos décadas es la pareja: la unión convivencial creció del 14 al 26 por ciento y casi empareja el índice de casamientos.
El dato, presentado a través de un gráfico que exhibe la tendencia a la baja que han tenido los matrimonios en los últimos veinte años, fue aportado a través de las redes sociales por el sociólogo Daniel Schteingart. Y refleja una creciente tendencia al individualismo: pareja sí, matrimonio no.
Casamientos no, hijos tampoco: radiografía de las nuevas familias en Argentina
Veinte años después, Joaquín Levinton sigue firme en la idea de no casarse. “Es una formalidad rara”, ratificó en una entrevista reciente con Infobae donde también aseguró que no se quiere perder la experiencia de la paternidad y que en algún momento llegará.
A diferencia de su hit, esa idea es cada vez menos popular entre la sociedad argentina: en los últimos 40 años la Tasa Global de Fecundidad se redujo más de la mitad. Cada mujer argentina pasó de tener en promedio 3,3 hijos en 1980 a 1,5 en 2021, según el último informe de natalidad del RENAPER.
Es inevitable no encontrar la correlación entre ambos fenómenos, con curvas y tendencias muy similares. El sueño de Susanita se rompió en mil pedazos y se impuso la cosmovisión libre, progresista y cínica de Mafalda.
Y aunque muchos le achaquen la responsabilidad a las crisis económicas -hoy los costos asociados a un bebé rondan los 300 mil pesos mensuales, más que un sueldo basico-, la explicación hay que buscarla por otro lado: ni la bonanza salarial del kirchnerismo pudo frenar la caída de matrimonios y gestaciones. No conozco a nadie que no haya terminado mal.