Se llevó un premio inesperado. Ni en sus mejores sueños lo hubiese imaginado. Que el presidente de tu club, que además fue jugador y es ídolo, te ponga la medalla de campeón en el cuello no es cosa de todos los días. Mucho menos que sea el final de una historia que comenzó hace exactamente una semana, cuando tuvo que subirse, en silla de ruedas, a un camión para ver a su querido Estudiantes.
La que viene es la historia de Edgardo. Un hincha fiel que acompaña a Estudiantes a todos lados. Junto a un grupo de amigos, como otros tantos, se subió a un bondi hace nueve días para ir a Santiago del Estero.
El micro se rompió mil veces, los dejó en la ruta y paró un camión que les ofreció llevarlos a Santiago del Estero. Viajó con su silla, sus amigos, y otras 50 personas como ganado. Vio la consagración de Estudiantes y pegó la vuelta en otro micro, que llegó el domingo a la noche a la ciudad.
“Conozco la historia de los muchachos del camión, sé que Martín Gorostegui estuvo hablando con ellos. Estaba Edgardo, que lo conozco del club”, dijo Verón, cuando visitó los estudios de La Cielo en la previa a la final contra Platense.
Un gesto que recorrió el mundo
El gol de Alario en el descuento para que el Pincha sea bicampeón desató una locura en San Nicolás. Cientos de hinchas entraron a la cancha, entre ellos, Edgardo y el presidente.
Lo que nadie pensaba era que Edgardo se llevaría la medalla de campeón. Es que fue la Bruja quien se acercó y, tal vez, recordando todo lo que vivió este hincha le puso la medalla, le dio un abrazo y siguió su camino. De allí en más la emoción invadió a quienes vieron el gesto. Y no es para menos. Porque es el mejor ejemplo de que Estudiantes pregona algo que luego puede plasmar en la realidad.

