Hay debates eternos que dividen a la humanidad: dulce de leche con o sin coco, asado con o sin ensalada rusa, y este —¿qué día provoca más felicidad: el viernes o el sábado? La respuesta, claro, depende de a quién le preguntes.
Eso quedó claro esta mañana en LA CIELO, donde, al aire de Palabras más, palabras menos, Albino Aguirre abrió el debate aferrándose a la alegría que le provocaba el cambio de rutina que significan los sábados y Luciana Lanzi pareció insinuar que mejor era el viernes.
Como era de esperar, desempataron los oyentes, algunos con grandes argumentos, como quien señaló que la magia del viernes está en la “expectativa”, que es siempre mejor que la realidad”.
Viernes versus sábado: los argumentos
Los defensores del viernes dicen:
El viernes tiene ese no sé qué. Desde temprano se siente distinto en el aire. El viernes no es solo un día: es una promesa. Es ese último esfuerzo antes de la libertad. Es saber que, aunque haya trabajo, ya nadie espera demasiado. Que a las cinco de la tarde todo empieza a aflojar y que a la noche hay previa, cena, salida o plan de sofá con delivery sin culpa. Es el día en que todo es expectativa. Y a veces —dicen— la expectativa es mejor que el hecho en sí.
Además, el viernes es democrático: lo disfrutan tanto los que van a bailar como los que se quedan mirando series. Es la previa universal.
Los que bancan al sábado responden:
El sábado es el verdadero rey. Es el único día de la semana en que no suena el despertador y no hay que pensar en lo que viene después. Es largo, generoso, se puede desayunar al mediodía, almorzar a las cinco de la tarde y salir de noche sin andar mirando la hora.
Es el día ideal para hacer lo que te gusta sin culpa: dormir, ir al parque, cocinar algo elaborado, ver amigos, leer, maratonear series o irte a pasear. Es feriado emocional. Y si sale una siesta después del almuerzo, mejor. Además, de noche todo vale y nadie te mira raro si volvés a tu casa cuando amanece.
Claro, estas verdades aplican para quienes no lo tienen con día laborable. O para los que no postergaron un tendal de actividades domésticas -las compras, el jardín, la limpieza- para ese momento del calendario.
¿Y el domingo?
El domingo no entra en este debate. Es hermoso pero melancólico. Tiene gusto a despedida. Se disfruta, sí, pero siempre con esa sombra de lunes a la vuelta de la esquina.
Entonces, ¿cuál gana?
Difícil decirlo. Hay estudios que afirman que el viernes genera más felicidad porque combina lo mejor de dos mundos: la satisfacción de haber terminado la semana y la ilusión de lo que viene. Pero otros aseguran que nada supera al sábado por su capacidad de disfrute absoluto.
La verdad, probablemente gane el que vos elijas. O mejor, que sigan empatando en importancia y que lo único que importe sea tener a mano una buena excusa para celebrarlos.