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sábado 25 de octubre de 2025
A 45 AÑOS DEL GOLPE DE ESTADO

Olavarría: Monte Pelloni, el epicentro del terror

Monte Pelloni fue un centro clandestino de detención durante la última dictadura en Olavarría. El relato en primera persona de Carmelo Vinci, sobreviviente.

Tres altos pilares de hormigón, emergen a la vera de la ruta nacional 226. Marcan el camino de ingreso al Monte Pelloni, un predio rodeado por una gran cantidad de árboles, que está situado a unos veinte kilómetros de la ciudad de Olavarría.

Cada una de esas moles grises, ubicadas del lado opuesto a la localidad minera de Sierras Bayas, llevan talladas una palabra. En conjunto, forman la frase “Memoria, Verdad y Justicia”. Debajo, en una barra horizontal, una cita señala que, a pocos metros, funcionó un centro clandestino de detención, durante la última dictadura cívico- militar.

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Son cerca de las 10:00 de la mañana. Carmelo Vinci, sobreviniente y referente de la lucha por los derechos humanos en Olavarría nos guía. “Me van a hacer caminar, sonríe”. Antes del recorrido a pie, es necesario tomar un camino de tierra y avanzar otros mil metros, hasta llegar a la vieja casona, ícono de una de las páginas más tristes de la historia de la localidad.

En el trayecto y mientras se nos cruzan un par de vacas, una máquina vial realiza tareas de mantenimiento. Rara vez ocurre y es motivo de alivio. Por esos días, tendrá lugar la sesión del Concejo Deliberante y varios contingentes de jóvenes llegarán, desde la vecina localidad de Tapalqué-para conocer la zona, hoy reconvertida en Sitio por la Memoria.

La belleza innegable del lugar, contrasta drásticamente con su sombría historia. Por allí pasaron más de una veintena de trabajadores fabriles, estudiantes y militantes políticos, secuestrados y torturados, entre 1977 y 1979, por las fuerzas militares y de seguridad. Olavarría carga el dolor de 28 desaparecidos y formó parte de un circuito represivo, denominado “Subzona 12”, junto a otros ex centros clandestinos de detención, como “La Huerta” de Tandil o la Brigada de Investigaciones de Las Flores. Pocos años atrás, la localidad, ubicada en el corazón bonaerense, se vio sacudida con la recuperación de Guido Montoya Carlotto, nieto de Estela.

Tras sortear un alambrado, nos encontramos en el ingreso al llamado “sendero de la memoria”. Gracias al testimonio de Carmelo, conoceremos, en primera persona, la historia de Monte Pelloni.

Si alguien visitara por primera vez este lugar y no tuviera contexto, diría que es un lugar hermoso. Pero tiene una historia muy trágica. ¿Te has amigado con este lugar?

Es cierto, tiene una historia trágica y además es un lindo lugar. Todo el mundo que viene acá, cuando ve la belleza natural, por sus características de sierras, montes, árboles y después lo contrasta con su historia, ve la diferencia y es algo que lo hace característico. No sé si decir que me he amigado. Lo que puedo decir, es que he entendido la importancia de nuestra presencia en este lugar. El hecho de que después de muchos años, hace 45 años ya del golpe y 44 años de nuestras detenciones y después de atravesar, desde aquella época hasta ahora, distintas situaciones, tuvimos la posibilidad que, en determinado momento, hubo un gobierno que puso mucha atención en el tema de los derechos humanos. Y gracias a eso, este lugar que es trágico, se convierte en un sitio de memoria. Y simbólicamente, que nosotros estemos en este lugar, es como una pequeña victoria, porque pudimos tener acceso y mostrarle a las futuras generaciones y gobernantes qué es lo que se hizo mal en este país y que esto pueda servir para que se genere conciencia. Conciencia de quienes son las personas que pasaron por acá y que significó, en la historia del país, esa etapa. En ese sentido, podríamos decir que me amigué. Pero además, reconozco que fue necesario pasar por este lugar. Hacer los juicios y, de alguna manera, un poco de justicia. Y que la historia de Olavarría no quedase estrictamente ceñida a lo que en algún momento fueron los ganadores.

El sitio está atravesado por varias experiencias históricas. Fue un vivero a principios del siglo pasado, después pasó a manos del Ejército y años más tarde, en su etapa más oscura como centro clandestino de detención. Luego pasó a ser gestionado por una escuela agropecuaria hasta convertirse en un sitio por la memoria.

Este lugar, hace más de cien años, fue ocupado por la familia Pelloni, que vino de la Suiza italiana a establecerse. Pusieron un vivero y tenían producción agropecuaria. Hay un estudio, hecho por la Facultad de Ciencias Sociales de la Unicen, con el que se logró recrear lo que fue, en aquel entonces, este lugar. Hay fotos, muy antiguas por supuesto, y además hay algo muy importante que es que la familia Pelloni se siente lamentablemente ensuciada con su apellido por lo que significó después. Esa familia lo usaba como vivero y en la época del peronismo, del 45’ al 55’, se les pidió estas tierras, que se las habían dado, para entregarlas al Ejército. Se establecen aquí. Este lugar se usaba en los primeros pasos de los colimbas, para que aprendieran a manejar las armas en el servicio militar y eso siguió hasta los años 80’. En un momento, deciden elegirlo como un centro de detención clandestina. Hasta ese entonces, y es algo que siempre les contamos a los pibes cuando vienen a las charlas, generalmente ante cualquier delito, entre comillas, los detenidos eran llevados a las comisarías. Y eso pasaba incluso, a principios de la dictadura en Olavarría. Pero en determinado momento, decidieron que no podían dar cuenta de lo que hacían y entonces eligieron lugares clandestinos. Este era ideal. Aquí los vecinos que son pocos, y que están muy alejados de la ruta, sabían que habitualmente venían camiones del Ejército. Y cuando decidieron en el año 77’ reacondicionarlo para usarlo como cárcel clandestina, muy pocos podrían creer que este lugar era usado con ese fin.

Carmelo Vinci, sobreviniente y referente de la lucha por los derechos humanos en Olavarría

Carmelo Vinci, sobreviniente y referente de la lucha por los derechos humanos en Olavarría

¿Es un predio de qué dimensiones?

En total Monte Pelloni tiene trescientos y pico de hectáreas. Está el cerro largo, que los olavarrienses sabemos es un yacimiento de dolomita y que justamente, por ese motivo, fue una reserva fiscal desde mitad del siglo pasado y pertenece a Fabricaciones Militares. Pero también tiene unas cuantas hectáreas agrícolas. Desde el año 1986, cuando uno de los diputados de Olavarría le consigue un comodato a la Escuela Agrotécnica, ellos lo utilizan con fines educativos y por eso siembran. No sé si es soja eso que ven ahí. Y del otro lado del cerro, que da a un barrio de Sierras Bayas, también hay una parte que es buena para la agricultura. Siempre desde los organismos de Derechos Humanos tuvimos la intensión de que fuese un sitio de memoria. Hubo momentos en los que nos costaba entrar, incluso cuando lo tenía la Escuela Agrotécnica. Había problemas para entrar, cuando veníamos con las escuelas y recuerdo una vez, haciendo un video, que el encargado nos salió a buscar con una escopeta y que por supuesto negaba el pasado de este lugar.

Cuando empezó a funcionar como centro de detención, en 1977, era parte de un circuito integrado por algunos centros de Olavarría, pero fundamentalmente era la Brigada de Las Flores y La Huerta en Tandil. Hubo compañeros, militantes políticos, en su mayoría éramos peronistas y militantes de la Juventud que fueron secuestrados. Algunos fueron llevados, primero a la Brigada de Las Flores, después los trajeron aquí. Otros, como en mi caso, fuimos detenidos en Olavarría y traídos directamente al monte y después hicieron una selección y a un grupo lo llevaron a La Huerta de Tandil. Allí es donde nosotros creemos se encuentra el cuerpo de uno de nuestros compañeros desaparecidos, que es Macarini y que era del Servicio penitenciario. Porque la brigada de Tandil decidía sobre el futuro o la vida, la muerte y la libertad de los que estaban detenidos en la región. Este lugar era parte de ese circuito. Lo que no quiere decir, que todos pasaron por este lugar. Por ejemplo, una de las cosas que siempre decimos, es que todos creen que en Olavarría los detenidos fueron, como dicen ellos, subversivos, terroristas que integraban organizaciones político-militares. Y nosotros hemos hecho una especie de recopilación de las informaciones del diario local y lo que pudimos establecer, haciendo una línea del tiempo con la Comisión por la Memoria, es que los primeros detenidos en Olavarría fueron trabajadores de las fábricas. De la fábrica de bolsas Fabi (en Hinojo) al poquito tiempo del golpe, en abril de 1976. Ellos no pasaron por el Monte si no que fueron a la comisaría. Después, fueron los de Loma Negra, por un conflicto estrictamente laboral, que era por unas bolsas para envasar cemento que venían con el agujero donde se llena chico y se rompían. Y los trabajadores, algunos que ni siquiera estaban sindicalizados, protestaron porque les representaba menos ganancia, laburaban a destajo, y además que la rotura de las bolsas les jodía el cuerpo. Cuando plantearon el tema, e hicieron un paro los detuvieron. Y en tercer lugar, los de LOSA (fábrica ceramista) que sí estaban armando un sindicato y me acuerdo que los diarios de esa época, por una pintada en los baños, decían ‘eran subversivos’.

Claramente se ve la matriz de lo económico y civil del golpe

Seguramente. Recordemos que después desapareció el ‘Negro’ Moreno. Era un militante político, fundamentalmente. Pero además su compromiso como abogado, hacía que defendiera a los trabajadores de Loma Negra, que se enfermaban con la silicosis. Desapareció y hoy existe una investigación en la Justicia, para demostrar la culpabilidad o no de Loma Negra y cómo pudo haber influido para su desaparición. Los primeros presos fueron trabajadores. Después desapareció José Alfredo Pareja, abogado, en marzo del 77’ y Moreno el 29 de abril de 1977. Y luego es cuando piensan en inaugurar este lugar. Hay testimonios militares y de policías. Hay un suboficial del Ejército, que declaró en los juicios, y era el que montó la parte eléctrica de este lugar. Y él reconoce habernos visto, a Araceli Gutiérrez (única mujer detenida en Monte Pelloni) y a Rubén Zampini, que estaba con ropa de soldado, porque estaba haciendo el servicio militar en ese momento. En septiembre de 1977, se inaugura este lugar. No sabemos hasta cuándo funcionó. En nuestro caso, estuvimos alrededor de dos meses y de ahí nos llevaron a las distintas cárceles como las de Azul, Caseros o La Plata.

¿Cómo fue tu secuestro? y ¿qué recordás de aquél día?

Recuerdo que fue el 22 de septiembre, a las 04:00 de la mañana. Ya habían desaparecido, días anteriores, otros compañeros. En mi caso, era estudiante de cuarto año de Ingeniería y era el día del estudiante. A pesar que, de alguna manera, la noche anterior ya me imaginé que podía suceder lo que sucedió, no lo puede evitar. A mí me van a buscar a mi casa, a la madrugada. Yo había llegado hacía media hora.

Carmelo Vinci durante la recorrida de Monte Pelloni, en Olavarria

Carmelo Vinci durante la recorrida de Monte Pelloni, en Olavarria

¿Estabas con tu familia?

Estaba con mi familia. Vivía con mis padres y un hermano. Tenía 23 años. Lo que conozco, es por un tío, que laburaba en la fábrica y el colectivo lo dejaba en la esquina, justo en ese horario, y contó que cuando termina el turno, vio que estaba rodeada la manzana. Se quiso acercar, pero no lo dejaron. Golpean la puerta. Cuando miro por una hendija, veo armas de grueso calibre. Empezaron a golpear las puertas de atrás y arriba del techo. Salgo y una persona de civil, con saco, canosa, que nunca la pude reconocer, preguntó por mí. Después atrás, personas encapuchadas y con armas de fuego. A mí, me meten en el baúl de un auto. A ver, yo digo en el baúl, porque con el cagazo que tenía, no sé si me pueden haber puesto en el asiento de atrás. Pero para mí era el baúl. Me acuerdo que en el juicio, había un abogado que me preguntaba cómo era el baúl. Qué se yo, con el cagazo que tenés y no sabés donde ibas a parar, imagínate. Me cargan en un auto. Pasan a buscar a otras dos personas, que después sé que son Zampini (Rubén) y Castelucci (Juan José), que eran estudiantes de Ingeniería. Todos éramos estudiantes, Zampini estaba haciendo el servicio militar.

¿Esa noche que salieron a buscar a muchos jóvenes?

Esa noche, en particular, fue con nosotros tres. Nos cargan en los vehículos. Yo sé que fueron a buscar, porque iban parando en dos lugares y suben gente. Y fue más o menos media hora que anduvimos. Fue un rato, por caminos, incluso creo que no eran ni siquiera asfalto, así que pueden haber venido por caminos que no eran los habituales. Y nos depositan acá, en la casa. Nos bajan acá. Ellos utilizaban este camino, que es el que ahora nosotros hacemos con las recorridas y en el que está la señalización. En la casa, nos hacen esperar afuera. Siempre cuento que se escucha lo que era el generador. Parecía como si uno estuviera en una carpintería, con el ruido de una pulidora, pero en realidad era el generador, que era usado para la picana.

En ese momento, ¿ya había personas secuestradas y detenidas en la casa?

Mientras nosotros estábamos esperando, había otra gente. Se escuchaban los gritos de los compañeros que estaban en ese momento interrogando y torturando. Las primeras noches hacían rondas de torturas para buscar información. Cuando te tenían afuera, escuchabas los gritos del que estaban torturando y cuando terminaban de torturarte te depositaban en una habitación y te hacían contar. Imagínate, después de ir mil y pico, a las cuatro de la mañana y después de haber pasado por la tortura, uno como que se desvanecía y era como que intentaba dormir pero ahí te pateaban para que siguieras.

Los primeros días te sacaban para interrogarte. En mi caso, tengo algunos episodios que no me permitieron estar consciente durante todo el cautiverio. Los primeros diez días, aproximadamente, estaba absolutamente inconsciente. Por ahí, cuando me despertaban para la tortura, recuperaba un poco la consciencia. Esos primeros días, fueron de varios interrogatorios. Y después se hizo una selección. Hubo compañeros que los llevaron a La Huerta de Tandil. Montan unas carpas afuera, y en esas carpas nos ponen a algunos de nosotros. Me acuerdo de haber estado con Ricardo Cassano y Carlos Genson, a los que conocía de la militancia. Nos reconocíamos las voces. Estaba Zampini, Passucci, Tisera. Había compañeros de la universidad que estábamos aquí.

A la casa donde vivieron los Pelloni, ¿la readaptaron para que funcione como lugar de tortura?

En realidad, no creo que haya sido muy refaccionada. Tiraron un catre en el baño y ahí era donde te tiraban arriba de la parrilla, como le llamábamos nosotros y ahí era donde te torturaban.

Esta habitación, era donde estaban ellos. Con sus pertrechos y donde tendrían algún calentador, las armas y alguna cama para dormir.

En el pasillo, había una mesita, porque una vez nos llevaron a tomar un mate cocido caliente. El baño este, no era usado como tal, porque cuando queríamos ir al baño te sacaban afuera, se usaba como sala de tortura.

Después las habitaciones que son tres. Una con piso de madera, que nosotros la reconocíamos porque cuando entraba la patota venían zapateando y por supuesto que no dábamos cuenta por el ruido. Entraban zapateando, yo digo ululando, como haciendo sirenas y por ahí cagaban a palos a uno. Golpeaban como con algo de goma. Y cada vez que venían y zapateaban nos encogíamos, esperando el garrotazo.

Esta otra habitación es ciega, sin ventanas. Y en esta habitación lo tenían a Zampini. Y ¿por qué? Porque estaba ubicada en un lugar de difícil acceso y no se escuchaba lo que hablaban los represores. Y eso era porque Zampini era soldado y les conocía las voces. Por eso, estímanos que lo pusieron en la habitación. Había una habitación grande, en la que estábamos los detenidos.

Monte Pelloni, sinonimo del horror en Olavarría

Monte Pelloni, sinonimo del horror en Olavarría

¿Cómo era un día en Monte Pelloni?

Yo no sé si en algún momento me dieron una pastilla o algo y entré en un sopor. Y eso hacía que delirara y veía caras que se trasformaban en otras. De ahí el mambo. La mayoría que pasaron, en ese mambo, eran familiares y gente conocida. No sé por qué pasó esto. En los días acá, me acuerdo de haber comido muy poco. Casi nada. De hecho adelgacé unos cuantos kilos. Recuerdo que había tres guardias que tenían características distintas. Una guardia era de tipos como que no existían. Durante esos días hablábamos y nadie se acercaba. Había otra, que cuando venían te fajaban a palos. Y había otra, que intentaban quebrarte, convencerte. ¿Qué estás haciendo loco? ¿Sabés tu vieja como debe estar ahora? ¿Por qué te dedicaste a la política? Esas tres guardias representaban otro método de tortura. Y después nosotros escuchamos que, en otros lugares, era de la misma manera. Lo hacían para hacerte variar el estado de ánimo y eso de alguna manera te quiebra. Un día estás bien, al otro te cagan a palos y eso hace que influya sobre tu voluntad. A veces había una guardia que daba comida hirviendo, no la podías comer nadie y a la noche la daban fría. Y a veces te tiraban un hueso.

Después nos sacaban. Nos bañamos solo una vez, cuando pusieron un tambor y una lona alrededor. Y ahí nos sacaron la capucha y se encapucharon ellos.

Fue uno de los pocos momentos que no estaban vendados

Sí, uno de los pocos momentos. Ese y cuando nos sacaron la capucha, cuando nos sacaron la foto. El fotógrafo, un tal Llanos, se puso una media. No podíamos ni siquiera levantar los brazos, después de estar dos meses con los ojos vendados. No veíamos y aparte de estar esposados, no llegábamos levantar los brazos para lavarnos la cabeza. Después, nos sacaban por ahí adelante y nos sentaban contra la pared. Ahí nos daban la comida.

Una vez, antes de que nos llevaran a la cárcel, nos dieron un cigarrillo. Y después que nos dieron para fumar, empezaron a simular un fusilamiento. A tirar tiros ahí y se escuchaba el silbido de las balas que te pasaban muy cerquita. Fue poco tiempo antes de irnos. Otra vez, cuando estaba sentado en alguno de los árboles, viene uno y me agarra del cuello y en mi caso, y me entero que hubo otros también, dijo ‘vos te salvaste, pero si el día de mañana te encuentro en la calle gritando viva Balbín te pego una cagada y después te reviento. Y el mensaje sintetizaba lo que fue la detención. Eran cuestiones políticas, militantes políticos. Necesitaban desarmar la organización sindical, social y estudiantil. Y ellos querían poder gobernar tranquilos, por mucho tiempo. Pero después vino Malvinas y los destruyó.

¿Qué era lo que buscaban saber con los interrogatorios?

Buscaban desarmar todo lo que fuera organización estudiantil, política, sindical. Y era buscar compañeros. Era la misión de ellos. A veces se entrecruzaban cuestiones personales que no vienen al caso. Lo que expresaban era muy pobre. Militábamos con compañeras y te decían ‘no te la cogiste a esta’. Habla muy mal también de su forma de vida.

¿Cómo eran los sonidos en el lugar? ¿Te sirvieron para identificar algo?

Sí haces silencio ¿qué escuchás? Pájaros, cuando hay un poquito de viento, el ruido de los árboles. Claramente, no estábamos en la ciudad. Estábamos en algún campo o en algún monte. Los ruidos eran estos. Ruidos de explosivos de canteras. Por ahí algún silbato de algún tren y a veces se escuchaba una sirena, que indicaba el horario de ingreso y de salida de alguna fábrica o cantera. Eso se escuchaba. Y no mucho más. Y por eso se reconoce el lugar. Y se lo reconoce tempranamente cuando vino la CONADEP en el 84’. Y también se reconoció este lugar por los escalones que hay en el ingreso a la sala de tortura, por el piso de madera. Porque cuando nos sacaban afuera, nos sacaban a un canal que baja el agua del cerro atrás de la casa y en ese lugar nos metían. No tenía agua, y nos metían allá, porque había un poco de sol. Además hubo compañeros que lo pudieron describir, porque, en algún momento, se pudieron levantar la venda.

¿Cuantas personas llegaron a estar detenidas?

Acá juntas, unas veinte o veinticinco. Este lugar siempre permaneció vigilado. Tenemos testimonios de soldados que venían y dejaban comida allá por el año 79’, cosa que nos hizo pensar a que correspondería. Este lugar, para algo no santo se usaba. Nosotros pensábamos que cuando vino la Comisión de Derechos Humanos de la OEA, como se había denunciado la ESMA y Campo de Mayo, pudieron haber sacado gente de ahí y traerla a lugares más tranquilos. No pudimos establecer ningún tipo de conectividad todavía. Y también este lugar, era parte del área que iba hasta Trenque Lauquen, pudo haber detenidos de esos lugares y también. Como está la cárcel de Sierra Chica, que también fue un centro clandestino, porque había pabellones que no estaban legalizados, podría ser que sacaran gente de la cárcel y la trajeran. Hace poco tiempo, falleció un compañero de Azul, González, que a él lo sacaron de Sierra Chica, pasó por Monte Pelloni y lo llevaron a Tandil a torturarlo. Volvió y ese día es el que me detienen a mí y él se acuerda de haberme escuchado, a pesar que no nos conocíamos. Lo cual nos indica que sacaron gente de la cárcel legalmente detenida, desde hacía mucho tiempo y que pasaron por este lugar, pero no tenemos más registros.

¿Cómo fue el recorrido que hiciste durante la recuperación democrática en la militancia por los derechos humanos?

Volví a estudiar Ingeniería y me recibí. Me costó conseguir trabajo, porque cuando te preguntaban los antecedentes después no te llamaban. Incluso un amigo era contratista y me iba a llevar a trabajar pero nunca me llamó. Después de unos cuantos años, me comentó que tenía órdenes de la directiva de la fábrica Loma negra de no dejarme entrar a ese lugar.

Acá hicimos las marchas. Después, armamos las siluetas de madera, que evocaban a los desaparecidos y después le fuimos poniendo nombres. En el 2001, se hizo el informe de la memoria, que este año se van a cumplir 20 años, con el trabajo de Mario Méndez en el Concejo Deliberante y que reconstruye todo lo que sucedió en Olavarría durante la dictadura.

Y con el tema de los juicios, recuerdo que en el municipio estaba el represor Ferreira,“El Pájaro” que lo habían nombrado director de tránsito. Entonces nos quejamos y Helios Eseverri nos mandó a la Justicia. Y le hicimos caso y fuimos a la Justicia.

Con el tema de los juicios, fue que en aquel entonces estaban las leyes de Obediencia Debida y Punto Final. En muchos lugares, se hacían los juicos por la verdad. Acá se hicieron, pero fue poquito tiempo después por el 2006, pero no eran penales y no tenían castigo. Lo que si se hacía era la búsqueda de la verdad. De cuando se hizo la denuncia penal ahí sí, con el apoyo de la secretaría de Derechos Humanos de Provincia y juntos con organismos de la región, nos reunimos en Comodoro Py con los jueces, para pedirle que los juicios se hicieran en el lugar de origen o en la zona. Cuando presentamos en Azul, el juez Comparato se declaró incompetente. Nos reunimos con los jueces para pedir que los juicios se hagan en el lugar y lo logramos. De hecho la instrucción se hizo en Azul.

Y cuando llegó la hora del juicio oral, lo pedimos hacer en Olavarría y lo conseguimos. Fue histórico. Estaba el gobierno peronista que tenía una determinada intención sobre los juicios. Y el segundo, que comenzó en 2017, no lo quisieron hacer en Olavarría y es más, se hacían a sala casi vacía. Y los que íbamos, lo hacíamos en dos autos desde Olavarría a Mar del Plata, sustentándolo durante dos años. Nunca hubo apoyo del gobierno nacional y provincial. Fueron dos juicios completamente distintos.

¿Y qué evaluación hacen de las condenas?

Dentro de todo, creo que no fueron malas. A pesar de que los de las fábricas no se declararon de lesa humanidad y por lo tanto no los condenaron. Pero en el primer juicio, hubo cuatro perpetuas. Por supuesto que hubiese querido que a Leites (teniente retirado) en vez de ocho años le dieran perpetua. Y el segundo, dada las circunstancias y las características políticas, económicas y sociales, creemos que, dentro de todo, fue un juicio en el que se pudo reparar. Sé que hay algunos que no lo consideraron así. Pero en esas circunstancias, donde teníamos que bancarnos para viajar durante dos años, que los jueces no querían hacerlos en el territorio, hubo algunas perpetuas y otras condenas de varios años, que creemos fueron positivas. Hay localidades, en el centro de la provincia, que todavía no han podido hacer sus juicios. Tandil todavía no pudo hacer el de La Huerta, Azul creo que ni la instrucción está hecha. Desde Olavarría, personalmente estoy satisfecho y creo que hay muchos de los compañeros también.

Se cumplen 45 años del golpe cívico- militar ¿que se logró como reparación y qué es lo que falta?

Se logró que la visión que hay sobre lo que sucedió en la dictadura ya es otra. No es la que todos al principio pensaban o creían. Todos sabemos la influencia de los medios en la gente. Y se imaginarán lo que era la dictadura, donde la gente denunciaba. Hay un caso en Olavarría, de un músico que llevaba una jirafa, con esos micrófonos dentro de un estuche y lo denunciaron porque creían que era un arma y el Ejército lo fue a detener. A la gente se le machacó tanto. Al principio, cuando nosotros salíamos, salvo los que nos conocían, el resto nos esquivaban. De ese momento, a que hoy vengan pibes a las charlas y tengan el conocimiento que tienen, creo que se ha logrado muchísimo. Hay otra postura y otra visión de lo que sucedió en la dictadura y lo que son los derechos humanos.

El caso de Ignacio Montoya Carlotto ¿ayudó a cambiar esa percepción social en Olavarría?

Siempre dije que el caso de Ignacio es como que explotó una bomba en el medio de la plaza Coronel Olavarría y las esquirlas golpearon a todos. Porque lo conocían y había mucha gente que dudaba. Hay gente que hoy duda de la pandemia, así que te imaginarás de aquello. Y creo que el caso de Ignacio fue uno de los que en Olavarría generó consciencia. Me acuerdo lo que fueron esos días, de gente que querían hacerse los análisis de ADN porque tenían dudas.

A mi parece, que hay que seguir trabajando con el tema de los derechos humanos. Nosotros, en el caso de los juicios, los tenemos casi todos. Faltaría lo de Loma Negra y algún otro, pero está casi todo. Tenemos que contribuir a que se haga y se cierre este tema. Porque yo también creo que se tiene que cerrar, pero no por decreto, sino haciendo justicia. Y bueno, a mí me gustara o no la condena que se le dio a alguien, pero hubo un Tribunal y estos represores se pudieron defender y actuó la justicia. Eso es lo único que nos va a sanar y hacer mirar para el futuro. Hay mucha gente que tiene mucho encono contra las fuerzas de seguridad. No conozco país alguno que no tenga Ejército. Creo que las fuerzas de seguridad tienen policías que trabajan bien y otros están imbuidos en el pensamiento anterior. Creo que tenemos que construir un nuevo país y para que eso suceda, no tiene que ser por decreto sino con justicia. Que los que cometieron delitos paguen y que los futuros sepan que, si los hacen, nunca van a permanecer impunes.

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