Las imágenes icónicas de Time Square en Nueva York o las visiones futuristas de ciudades asiáticas como Tokio o Shanghái son bien conocidas por todos. Sin embargo, en Argentina, y más específicamente frente al Obelisco de Buenos Aires, nunca se habría presenciado un fenómeno publicitario comparable en un cartel de publicidad.
Este viernes un video promocional del estreno de la película “La Primera Profecía” se viralizó en las redes sociales. En él se miestra uno de los carteles electrónicos situados en la famosa intersección de las avenidas Corrientes y 9 de Julio, empleando una tecnología que, de confirmarse su existencia real, representaría una revolución en el ámbito de la publicidad exterior.
El cartel de publicidad tridimensional en el obelisco genera dudas sobre su autenticidad
“OJALÁ SEA CIERTO LO DEL OBELISCO”
Lo que hace destacar a este video es su secuencia tridimensional, que parece marcar un antes y un después en la industria, con detalles tan sorprendentes como llamas de fuego consumiendo el cartel y expulsando residuos ardientes más allá de los límites de la marquesina.
No obstante, cabe recordar que no es la primera vez que se genera expectación en torno a una intervención digital en este emblemático monumento.
El año pasado, una imagen del Obelisco cubierto por un preservativo de color rosa captó la atención de millones en las redes, pero más tarde se reveló que era una mera ilusión digital que nunca tuvo lugar en la realidad.
Este tipo de publicaciones explotan la falta de conocimiento directo de muchos argentinos sobre lo que ocurre en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Utilizando recursos digitales avanzados, crean escenas que, aunque parecen auténticas gracias a las nuevas tecnologías de imagen, plantean interrogantes sobre su autenticidad.
En un mundo donde la línea entre lo real y lo virtual se difumina cada vez más, estos ejemplos resaltan la importancia de verificar la información antes de darla por cierta.
La capacidad de las tecnologías digitales para crear experiencias hiperrealistas es impresionante, pero también plantea desafíos éticos y prácticos en cuanto a la representación y la percepción de la realidad.
Este no sería un caso extremo porque el fin no conlleva nada más grave que únicamente promocionar una película.