En una votación ampliamente mayoritaria, los residentes del country Abril Club de Campo, ubicado en Hudson, partido de Berazategui, resolvieron no admitir la solicitud de ingreso del conocido referente de la barra brava de Boca Juniors, Rafael Di Zeo, y de su flamante esposa, Carolina Condello.
La decisión, que cosechó 371 firmas —muy por encima del mínimo requerido de 204— fue interpretada como una demostración de los rigurosos criterios que los accionistas del barrio privado suelen aplicar ante cada nuevo intento de incorporación al exclusivo loteo residencial.
EN HUDSON: CARTA FIRMADA, PUERTA CERRADA
El procedimiento es parte de una práctica habitual en este tipo de urbanizaciones: los potenciales nuevos vecinos deben ser evaluados por el resto de los residentes, quienes tienen la posibilidad de oponerse si consideran que la convivencia pudiera verse alterada o la imagen institucional del barrio, afectada.
En este caso, el pasado judicial de Di Zeo, que incluye causas por asociación ilícita, amenazas y episodios de violencia en espectáculos deportivos, terminó siendo determinante.
La solicitud, sin embargo, no se presentó sin avales. La pareja adjuntó cartas de recomendación firmadas por Jorge Amor Ameal, vicepresidente del Club Atlético Boca Juniors, y por el empresario tabacalero Carlos Tomeo.
Ambas figuras ponderaron las cualidades personales y la solvencia del matrimonio. Aun así, los firmantes consideraron que tales referencias no alcanzaban para revertir el peso de los antecedentes del solicitante principal.
EL INCIDENTE EN UN PARTIDO DE GIMNASIA
Es indudable que Di Zeo fue objeto de varias sanciones, la más reciente en diciembre de 2023, cuando se le prohibió el ingreso a eventos deportivos en todo el territorio nacional. La medida fue dictada por el Ministerio de Seguridad, a cargo de Patricia Bullrich, tras la aparición de un audio en el que Di Zeo habría lanzado amenazas verbales a funcionarios del área, advirtiendo sobre posibles represalias si continuaban ciertas acciones judiciales.
El episodio se produjo en el contexto de incidentes durante un encuentro por Copa Argentina entre Boca y Gimnasia, en Rosario.
En ese mismo partido, figuras clave de “La 12” fueron registradas dialogando con miembros del Consejo de Fútbol de Boca Juniors, lo que renovó el debate sobre los vínculos entre la dirigencia del club y los sectores más radicalizados de su hinchada. Fue en ese entorno que surgieron las grabaciones que luego fundamentarían la resolución oficial.
A pesar del rechazo institucional, Di Zeo y su mujer habían comenzado a proyectar una nueva vida conyugal en el country de Berazategui. La boda se celebró el 4 de abril en la sede comunal del barrio porteño de Boedo, coincidiendo con el aniversario número 120 del club xeneize.
Posteriormente, la pareja festejó en el lujoso Sofitel de Cardales, en un evento que combinó glamour y despliegue: pantallas LED, lámparas de cristal, sillas tiffany y una presentación en vivo del cantante Mario Luis.
La negativa del barrio a admitir al matrimonio podría interpretarse como una reacción lógica de una comunidad interesada en preservar cierto estándar de vida. Sin embargo, también cabe recordar que muchos de los residentes del lugar —aunque no tan conocidos públicamente como Di Zeo— comparten con él un denominador común: la posibilidad de sostener el alto costo económico de habitar un entorno de semejante confort.
En ese sentido, y sin ánimo de cuestionar la honorabilidad de nadie, sería temerario pensar que la transparencia patrimonial es condición universal dentro de estos espacios de élite. Después de todo, el anonimato que brinda el éxito discreto puede resultar más eficaz que cualquier carta de recomendación.
El rechazo a Di Zeo se inscribe así en una lógica donde la imagen, la procedencia del capital y las formas resultan más determinantes que los nombres. En ese universo cerrado, a veces lo que se protege no es tanto la seguridad como el relato compartido de pertenencia, aunque sus protagonistas se permitan ciertos matices en las biografías personales.