En 1948, el Congreso proclamó los Derechos de la Ancianidad, un decálogo impulsado por Eva Perón que incluía asistencia, vivienda, alimentación, vestido, cuidado de la salud física y mental, esparcimiento, trabajo, expansión y respeto. Su incorporación a la Constitución de 1949 convirtió a la Argentina en pionera en reconocer a los adultos mayores como sujetos de derechos, dejando atrás el asistencialismo y la caridad.
A través de la Fundación Eva Perón, se construyeron hogares para ancianos y se promovió una legislación que otorgaba pensiones a quienes no tenían amparo. En la práctica, esos derechos significaron una nueva mirada sobre la vejez: no como una etapa de desamparo, sino como una parte de la vida que debía ser acompañada con dignidad y seguridad social.
El espíritu de aquel decálogo todavía resuena. Más allá de los cambios de época y de las transformaciones sociales, los diez principios proclamados por Evita siguen marcando un horizonte de justicia social.
Por qué se conmemora el 28 de agosto y el Decálogo completo
Fue jústamente el 28 de agosto de 1948 cuando Eva anunció, en el ministerio de Trabajo, el Decálogo de la Ancianidad y solicitó que fuera incorporado en la legislación nacional.
El Decálogo con los derechos que finalmente fueron incluidos en la Constitución Nacional de 1949:
- Derecho a la asistencia
- Derecho a la vivienda
- Derecho a la alimentación
- Derecho al vestido
- Derecho al cuidado de la ciudad física
- Derecho al cuidado de la Salud Mental
- Derecho al esparcimiento
- Derecho al trabajo
- Derecho a la expansión-tranquilidad
- Derecho al respeto
De los sueños de Evita a la lucha en las calles
El contraste con el presente es inevitable. Este miércoles, como cada semana, los jubilados marcharon hacia el Congreso. Pero la protesta tuvo una particularidad: tras la movilización, se realizó una radio abierta frente al Cabildo, donde jubilados, personas con discapacidad y agrupaciones sociales denunciaron el ajuste y repudiaron el veto presidencial al aumento de haberes.
Con carteles, consignas y micrófono abierto, los jubilados pusieron en palabras lo que atraviesan día a día: la pérdida del poder adquisitivo, la dificultad de llegar a fin de mes y la sensación de haber quedado relegados en las prioridades del Estado. “Milei veta el aumento de jubilaciones porque responde explícitamente a las indicaciones del Fondo Monetario Internacional”, denunció Ana Valverde, referente de la Unión de Trabajadores Jubilados en Lucha.
La postal de los jubilados reclamando frente al Congreso todos los miércoles, con sus pancartas y sus voces, contrasta con el decálogo incluido en las constitución de 1949. Allí donde Eva Perón imaginó derechos garantizados y un Estado protector, hoy lo que se escucha es el grito por la dignidad perdida.
El Día de la Ancianidad nació para visibilizar a quienes, por décadas, habían sido invisibles en la sociedad: los adultos mayores. Setenta y seis años después, la fecha interpela más que nunca. De hecho, este jueves 28 de agosto, el Gobierno de Javier Milei oficializó que no habrá aumentos en el bono extraordinario de 70 mil pesos que, después de 18 meses, sigue intacto. De este modo, la administración nacional continúa sin actualizar los haberes previsionales que otorga la Administración Nacional de Seguridad Social (ANSES).
Entre el recuerdo de los derechos proclamados por Evita y la realidad de los jubilados que marchan cada semana, la efeméride deja al descubierto un contraste doloroso: el país que soñó con garantizar la vejez como una etapa digna y el presente donde muchos ancianos deben salir a la calle para exigir lo que la historia alguna vez les prometió.