Señor Presidente: hemos leído con atención su mensaje en redes sociales. Usted dijo que votar al Partido del Estado es condenar a los hijos a que se vayan para Ezeiza (sic). Y desde acá queremos agradecerle, de corazón, la publicidad.
No todos los municipios del conurbano tienen el privilegio de ser mencionados por la máxima autoridad del país. Lanús, Avellaneda, San Fernando… lo sentimos, muchachos: la vidriera se la llevó Ezeiza.
Sí, señor Presidente, confirmamos que acá recibimos hijos, padres, abuelos, discapacitados, universitarios y hasta algún que otro libertario despistado. Y no los echamos. Al contrario, los cuidamos. Porque si el destino de la patria es Ezeiza, entonces la patria puede quedarse tranquila: acá hay hospitales que atienden, clubes de barrio que contienen, escuelas que funcionan y un peronismo que, mal que le pese a usted, gobierna sin necesidad de andar gritando “carajo” en cada oración.
Usted planteó la disyuntiva como una tragedia: “La Libertad Avanza o Ezeiza”. Pues bien, qué lindo que es vivir en Ezeiza. Hay árboles, hay asado de domingo, hay ferias, hay vida comunitaria. Y si alguno de sus seguidores se anima a conocer, que se acerque al polideportivo o al Parque Norte: la entrada es libre y no cobramos voucher.
Nos alegra que haya elegido a este distrito como símbolo. Otros presidentes han nombrado al Obelisco, a la Casa Rosada, a la Quinta de Olivos. Usted eligió Ezeiza. No sabemos si fue un lapsus o una estrategia, pero acá lo tomamos literal como lo que es: un homenaje involuntario. Y de paso, nos ahorramos la campaña de promoción turística.
Por eso, en vez de preocuparnos porque sus palabras suenen a amenaza, preferimos invitarlo. Venga, Presidente, cruce la General Paz y acérquese. Le prometemos que no lo vamos a recibir con insultos ni cadenas de WhatsApp, sino con un buen asado. Eso sí: el aplauso se lo va a tener que ganar sin motosierra.
Quédese tranquilo: en Ezeiza no retrocedemos. Seguimos sumando barrios, construyendo escuelas, armando programas sociales, ampliando la universidad. Usted habla de que acá terminan los sueños. Nosotros sabemos que acá, más bien, empiezan.
Así que, señor Presidente, si quiere seguir asustando a los padres con el fantasma de Ezeiza, hágalo tranquilo. Mientras tanto, nosotros seguiremos recibiendo a todos los hijos que lleguen. No hay condena: hay comunidad. No hay castigo: hay futuro. Usted trabajó para Aeropuertos Argentina y olvidó mencionarlo, solo nos nombró a nosotros.
Atentamente,
El pueblo de Ezeiza.