Con el calendario electoral en pausa y un 2026 que aparece como año bisagra, la Legislatura se encamina a una discusión de fondo: una reforma política integral que promete reordenar —o tensionar aún más— el sistema político provincial. En ese debate convergen intereses cruzados, internas abiertas y una correlación de fuerzas que obliga a todos los bloques a sentarse a negociar.
La reelección de intendentes y legisladores, la boleta única de papel y el futuro de las primarias serán los ejes de una discusión que excede lo técnico y se proyecta, inevitablemente, hacia la carrera presidencial de 2027.
El disparador volvió a ser el peronismo y, en particular, el kicillofismo. Con el respaldo explícito del ministro de Gobierno, Carlos Bianco, el Ejecutivo provincial dejó en claro que insistirá con la modificación de la ley que hoy limita a dos mandatos consecutivos a intendentes y legisladores. Para el entorno de Axel Kicillof, la norma vigente tiene un carácter “proscriptivo” y cercena la voluntad popular. “Solo el pueblo puede decidir”, repiten en Calle 6, con la expectativa de sumar el apoyo de los jefes comunales a los que se les vence el mandato, que ven en la reforma una tabla de salvación política.

Sin embargo, la discusión expone de lleno la interna del peronismo. El massismo, autor original de la ley que restringe las reelecciones, se mantiene en una posición contraria y observa con recelo cualquier intento de retroceso. El kirchnerismo, en tanto, juega su propia partida: cuenta con un caudal significativo de intendentes alcanzados por la limitación y podría usar ese peso territorial como moneda de cambio en una negociación más amplia. La reforma política se convierte así en un nuevo capítulo de una interna que está lejos de resolverse y que puede impactar en la definición de liderazgos de cara a 2027.
En ese contexto, otros temas aparecen sobre la mesa. La boleta única de papel (BUP), las elecciones primarias —suspendidas para 2025— y el esquema general del sistema electoral forman parte del paquete que algunos sectores impulsan revisar. No se trata solo de reglas electorales: detrás de cada modificación subyace una disputa por el poder, por la organización de las coaliciones y por la ventaja competitiva en futuras elecciones.
LA OPOSICIÓN IMPULSARÁ CAMBIOS
La Libertad Avanza buscará capitalizar ese escenario. Con bloques más robustos en Diputados y en el Senado, los libertarios llegan a 2026 con la intención de instalar agenda propia. Su principal bandera será la implementación de la Boleta Única de Papel para las elecciones provinciales de 2027, tomando como antecedente la experiencia nacional. Desde ese espacio remarcan que el año no electoral habilita una discusión “ordenada”, sin cambios de reglas “en pleno partido”, y aprovechan para cuestionar al peronismo por maniobras ligadas a su interna.

Pero la agenda libertaria no se agota en el sistema de votación. También asoman las primarias, cuya aplicación depende del gobernador, y la discusión —incómoda— sobre las reelecciones indefinidas. Con ironía, en LLA advierten que el peronismo “se pone creativo” cuando el tema aparece en el debate público. Además, el espacio de Javier Milei pretende jugar fuerte en otro frente clave: la cobertura de las vacantes en la Suprema Corte de Justicia bonaerense, donde hoy funcionan solo tres de los siete miembros. Con cinco senadores propios, LLA aspira a ser parte de un acuerdo que deberá pasar por la Cámara alta.
La alianza electoral con el PRO tendrá su prueba de fuego en esta discusión. Los amarillos siempre se mostraron a favor de una reforma política, pero hasta ahora no contaban con los números para impulsarla.
Los Passaglia y el espacio HECHOS aparecen como actores clave, ya que sus votos pueden inclinar la balanza.
RADICALES DARÁN PELEA Y LOS DIALOGUISTAS BUSCAN EL EQUILIBRIO
El radicalismo observa el escenario con menos músculo legislativo, pero con peso territorial. La UCR perdió fuerza en las negociaciones parlamentarias, aunque conserva intendentes en el interior bonaerense que pueden resultar decisivos. En materia institucional, el partido centenario es uno de los más activos en la discusión por la Corte y ya tiene nombres en carpeta, reflejo de sus propias internas y de su intención de no quedar al margen de una negociación estratégica.

En el medio aparecen los denominados “dialoguistas”: bloques y legisladores que, sin ser mayoritarios, pueden inclinar la balanza en votaciones sensibles. Coalición Cívica, Unión y Libertad, Nuevos Aires y otros espacios saben que su rol puede ser determinante tanto para habilitar reformas como para bloquearlas, y juegan con esa llave en un año donde la política bonaerense se piensa más a futuro.
Con dos años de mandato por delante, Axel Kicillof deberá administrar una Legislatura fragmentada, atravesada por disputas internas y demandas sectoriales. La reforma política que se avecina no solo definirá reglas electorales: también será un termómetro del poder real de cada espacio y un anticipo de las alianzas —y rupturas— rumbo a 2027.

