El Jefe de Gabinete Alberto Pérez es, se sabe, una de las figuras estelares del scioslimo, por derecho propio. Escolta al mandatario provincial desde hace más de 15 años, lo que le permitió tener una influencia determinante en las decisiones del Gobernador. Se nota en la conformación del Gabinete provincial que acompaña a Scioli, y sobresale, además, en el equipo sciolista de la Legislatura.
Encargado de negociar con el hombre que designó Cristina para la discusión de las listas de candidatos a diputados y senadores bonaerenses el año último, Carlos Zannini, Pérez antes pulseó en las seccionales para llenar espacios con los suyos. Enfrentó negociaciones más complejas, como en la Cuarta, donde el por entonces par suyo del Gabinete Ariel Franetovich pisó su territorio y le marginó algunas postulaciones, con otras más aliviadas que le garantizaron representación de entrada. Jornada de lapicera en mano que le trajo, después, algún reproche interno y sembró el territorio con algunos heridos que renegaban despotricando por incumplimiento de algunos acuerdos.
En medio de esa puja interna dentro del sciolismo, en La Plata Alberto Pérez logró quedarse con la única candidatura que le tocó al Gobernador cuando tras casi un año de fuerte interna con duras críticas cruzadas, el oficialista FpV optó por integrar una lista de unidad en la 8va. en la que convivieron anti-brueristas rabiosos, con representantes del intendente local.
Encabezada por el kirchnerista Gustavo Oliva, Pérez designó la representación sciolista del armado impulsado a Nora de Lucía, que se desempeñaba con Alejandro Arlía en Economía cuando éste era, aún, hombre muy cercano al actual jefe de Gabinete. El tercer lugar se lo llevó Bruera con Emilio Taka López Muntaner.
Además de kirchnerista, el sciolismo renegaba de la injerencia directa en la Dirección General de Cultura y Educación de la tropa aliada con el Gobierno Nacional. Entre ellos, apuntaban a la influencia que había ganado la Cámpora y hasta Roberto Baradel, por pertenencia, en el virtual Ministerio de Educación provincial. Por eso la avanzada sciolista contra Gvirtz, contemplaba desde que se puso en marcha no sólo el corrimiento de la dirigente más kirchnerista del gabinete provincial, sino la onda expansiva con efectos colaterales positivos para el scioslimo, como desprenderse del a injerencia de militantes K en la caja del principal Misterio del área en términos de su participación en el Presupuesto Provincial.
La embestida contra la ahora ex funcionaria selló la consolidación del poder de Pérez en el Gabinete provincial, pero abrió alguna herida interna dentro de su armado. Alentó, además, algún susurro en otros espacios que integran el entramado sciolista. Es que la entronización de Nora de Lucía como la postulante oficial que bendijo Scioli, (otra vez) a propuesta de Pérez, para reemplazar a Gvirtz; dejó un poco más renga de lo que estaba la representación sciolista en el Senado. Con de Lucía afuera, el anti-sciolismo de la Cámara Alta gana dos espacios: la banca que le resta a la Juan Domingo que, sumada al mariottismo, sobredimensiona la diferencia. Pero además pierde la estratégica Comisión de presupuesto.
El contexto, alumbró una queja interna dentro del albertismo distribuido en diputados (todos ex funcionarios que reportan a Pérez) y en lugares menos protagónicos de la administración provincial: “son siempre los mismos, los que cobran”, rezongó ante INFOCIELO un albertista. Reniegan de haber perdido la posibilidad de ser uno de ellos quien ocupase, en octubre pasado, el casillero sciolista en la boleta seccional que llenó de Lucía. La misma que ahora se irá, una vez más bendecida, dejando más raquítico aún el espacio en el Senado mudándose a Educación.
Para los quejosos, Ferré; de Lucía y Lorenzino son los que siempre mojan. Más o menos como que se turnan para cobrar con lugares estratégicos del armado provincial. Idéntica queja se escucha en otros espacios que conforman el universo sciolista. Marginados alguna vez, dicen, “para resignar ahora el espacio que ganamos y deberíamos cuidar”. Hombres sobran ante los casilleros que –parece- ocupan siempre los mismos.