Tras la controversia suscitada por el Jefe de Gobierno porteño Jorge Macri y el gobernador de Santa Fe, Maximiliano Pullaro, acerca de si verdaderamente los gobernadores de Juntos por el Cambio firmaron o no el comunicado de apoyo a la Ley Bases propuesta por Javier Milei que debe tratarse en el Senado de la Nación, hubo un punto que a muchos les pasó desapercibido, pero que a otros analistas les hizo un ruido notable.
Se trata del orden de prioridades que expresa ese documento (ahora cuestionado), pero que más allá de si lo firmaron o no los gobernadores muestra, quizás inconscientemente, las verdaderas razones por las que se insiste con la necesidad de aprobar esa ley, que parece más una reforma constitucional encubierta que una normativa de principios políticos, económicos e ideológicos.
LA OBSESIÓN DE “LOS MERCADOS”
El párrafo sincericida dice: “Necesitamos dar una clara señal a los mercados, al mundo y a los argentinos que nuestro pais avanza hacia el equilibrio fiscal, apuesta a la inversión privada y moderniza su sistema laboral“.
El cuestionamiento de especialistas en narrativa política es precisamente al orden en que se comunicaron los supuestos destinatarios/beneficiarios de la aprobación de la ley bases.
Porque allí coloca en ese orden primero a “los mercados“, luego a “El mundo“, y por último a “los argentinos“, casi dando vuelta aquella frase peronista de que primero está la Patria, luego el Movimiento y por último los Hombres.
Aunque los impulsores de la ley bases pueden tener genuinamente ese orden de prioridades y haber sido “inconscientemente sinceros” en su comunicación, el impacto en la percepción pública es innegable. La forma en que se comunican las políticas y reformas es crucial, y este incidente subraya la importancia de considerar cómo los mensajes son recibidos por los diferentes sectores de la sociedad.
Este orden de prioridades cuestionado además fue comparado con una infame placa de Crónica TV que decía “Tres personas y un boliviano”, una frase que quedó en la memoria colectiva como un ejemplo de discriminación implícita.
La elección de palabras en el comunicado sugiere una jerarquía de importancia que coloca a los argentinos en último lugar, lo que provoca desconcierto e indignación entre el público y los analistas políticos.