Un “milagro estadístico” parece ser el vertiginoso descenso de la pobreza según la UCA, porque hace apenas dos semanas, la Universidad Católica Argentina anunciaba con tono solemne que la pobreza en el tercer trimestre de 2024 alcanzaba el 46,8%. Una cifra dura, pero acorde a la realidad económica que enfrentan millones de argentinos.
Sin embargo, en un inesperada voltereta estadística, la misma institución corrigió su cálculo y situó la pobreza en un sorprendente 38,9%, apenas doce días después. ¿El motivo? Bueno, algunos lo llaman “revisión técnica”. Otros, más cínicos, lo llaman “magia de convenios”.
El “plot Twist” de la UCA no fue casual. En el medio, el Ministerio de Capital Humano de la Nación, liderado por Sandra Pettovello, firmó un conveniente acuerdo con la institución educativa para, según palabras oficiales, “fortalecer el diseño de políticas sociales”.
La noticia levantó polvareda en el debate público, con el gobierno celebrando el “logro” y los críticos levantando una ceja en señal de escepticismo.
Porque claro, reducir la pobreza en casi un 8% de la población (3,2 millones de personas) en menos de dos semanas no es algo que se vea todos los días, ni siquiera en países con economías en auge.
Tres titulares que cuentan la historia
El baile estadístico quedó perfectamente ilustrado por la sucesión de titulares que una sencilla búsqueda en Google puede devolver:
1. Hace 2 semanas: “Para la UCA, la pobreza llegó a 49,9% en el tercer trimestre y afecta a 23,2 millones de argentinos” (SIC, La Nación).
2. Hace 4 días: “El Ministerio de Capital Humano y la Universidad Católica Argentina firmaron un convenio de colaboración” (Argentina.gob.ar).
3. Hace 2 días: “La pobreza cayó al 38,9%, según datos del Observatorio de la UCA” (Cadena 3).
Este desfile de titulares sugiere algo más que un simple error de cálculo. Parece ser un caso de ajuste “a medida”, donde las cifras dejan de ser frías estadísticas para transformarse en herramientas de relato político.
“Mi pobreza es un DIBUjo”
No es la primera vez que los pobres se convierten en protagonistas involuntarios de la política estadística.
En 2013, Cristina Fernández de Kirchner decidió “romper el termómetro” y dejó de publicar estadísticas oficiales de pobreza, mientras el país se sumergía en debates sobre la credibilidad del Indec.
En 2016, Mauricio Macri asumió con el eslogan de “pobreza cero” y, para “reordenar” las mediciones, subió la vara inicial con la promesa de bajarla más tarde.
Ahora, en 2024, Javier Milei parece haber aprendido bien la lección, aunque en esta ocasión, el termómetro de la pobreza se ajustó más rápido de lo que nadie esperaba.
Milei: De “dibujo” a “dato oficial”
En febrero, cuando la UCA estimó una pobreza del 57,4%, Milei fue lapidario: “Es un dibujo”.
Ahora, con el 38,9% publicado tras el mencionado acuerdo con el gobierno, el presidente no tardó en celebrar el dato con bombos y platillos: “Está sucediendo”, tuiteó, orgulloso del nuevo número y sin ponerlo en dudas ni por un segundo.
La UCA, una institución que supo ser un faro de credibilidad cuando las estadísticas oficiales estaban en duda, parece haber tropezado con la conveniencia política.
Mientras tanto, los pobres, esos a quienes los números intentan representar, siguen observando desde el margen. Porque, aunque las cifras bajen sobre el papel, las soluciones estructurales siguen sin llegar.
Quizás la próxima vez que alguien hable de milagros en el país, ya no sea del patrono del pan y del trabajo San Cayetano, sino de la UCA y sus veloces correcciones.