Cuando el secretario del Tesoro de EEUU, Scott Bessent, anunció ayer lunes que el Fondo de Estabilización Cambiaria (ESF) podía asistir a Argentina, los contribuyentes estadounidenses encendieron las alarmas.
Para muchos, se trata de una maniobra con fines electorales: evitar que el presidente Javier Milei, debilitado ‘en casa’ y cada vez más cuestionado, llegue a las elecciones de octubre sin respaldo financiero. Y lo que está en juego no es solo la estabilidad argentina, sino el uso de recursos públicos norteamericanos para sostener un experimento político que ya muestra signos de fracaso.
Contribuyentes indignados
“Los contribuyentes estadounidenses ahora rescatan a Argentina“, escribió el periodista de AFP, Paul Handley en Twitter, reflejando el enojo de quienes ven en esta operación un desvío de fondos a favor de un socio estratégico de Trump.
El mensaje fue replicado con críticas sobre la falta de transparencia y la ausencia de garantías claras. La comparación con México 1995 es inmediata: en aquel entonces, el Tesoro de Bill Clinton desembolsó 20.000 millones de dólares, pero no sin blindaje.
El rescate se aseguró con los ingresos petroleros de Pemex, depositados en cuentas en Nueva York, que actuaron como contrapartida directa. Si México incumplía, Estados Unidos se cobraba de cada barril exportado.
Hoy Argentina no puede ofrecer un equivalente de la magnitud de Pemex. Sus activos estratégicos —Vaca Muerta, el litio del norte, las telecomunicaciones— podrían aparecer como moneda de cambio, y ese es el punto que inquieta a la oposición argentina: ¿qué entregará Milei a cambio de sostener su esquema cambiario?
De “milagro libertario” a pedido de auxilio
El contraste con los elogios recientes es evidente. En julio, el historiador de derecha Niall Ferguson describía a Milei como el primer gobierno radicalmente libertario del mundo, un experimento exitoso tanto económica como políticamente. Dos meses más tarde, el autodenominado “león libertario” pide oxígeno a Washington. Para Trump, el cálculo es claro: sostener a un aliado también de derecha en el sur, un “caso de éxito” que sirva como estandarte en su narrativa electoral.
Pero para los contribuyentes norteamericanos, en cambio, significa financiar un gobierno extranjero que ya comenzó a perder respaldo popular.
Lecciones de 2019: Macri y el costo hundido
El recuerdo de Mauricio Macri en 2019 suma un capítulo incómodo. El Fondo Monetario Internacional, con fuerte empuje político de Washington, aprobó un préstamo récord de 57.000 millones de dólares.
El objetivo era apuntalar al aliado de centroderecha de entonces. El resultado fue un fracaso rotundo: Macri perdió las elecciones y los fondos se evaporaron en la fuga de capitales y la caída de reservas.
Para los contribuyentes estadounidenses, ese antecedente pesa como un costo hundido: otra operación ideológica disfrazada de asistencia económica que no tuvo retorno.
Hoy Milei enfrenta un dilema similar: necesita dólares para sostener un programa económico que no termina de estabilizar precios ni ingresos. El riesgo para Washington es repetir la jugada: entregar recursos que pueden no evitar la derrota política de su socio en octubre.
Recursos estratégicos en juego
El interrogante central es qué pedirá Estados Unidos a cambio. Vaca Muerta, una de las mayores reservas de shale del mundo, siempre estuvo en la mira de las grandes petroleras norteamericanas.
El litio, cada vez más estratégico para la transición energética, es otro candidato obvio. Incluso las telecomunicaciones y el espectro 5G entran en la ecuación, en un contexto de competencia geopolítica con China.
El paralelo con Ucrania no es descabellado. En los últimos años, se subrayó cómo el país se convirtió en proveedor clave de tierras raras y otros minerales críticos, un factor que aumentó el interés estratégico de Occidente.
Argentina, con su triángulo del litio y potencial energético, podría convertirse en una pieza similar en el tablero, con la diferencia de que aquí no hay guerra sino un gobierno debilitado dispuesto a negociar concesiones a cambio de sobrevivir.
En definitiva, lo que para Milei puede ser presentado como respaldo internacional, para los contribuyentes estadounidenses se parece más a un rescate ideológico de Trump con dinero ajeno.
El precedente mexicano mostró que Estados Unidos nunca entrega fondos sin garantías duras. El caso Macri demostró que esas operaciones no aseguran victorias políticas. El riesgo es que, en nombre de sostener un “milagro libertario” que ya luce desinflado, los ciudadanos de Estados Unidos terminen financiando un salvataje que comprometa activos estratégicos argentinos y que, además, no evite la derrota de Milei en las urnas.