Gimnasia aprovechó el envión anímico del triunfo en el Monumental y el alivio que significó salir definitivamente de la lucha por el descenso para hilvanar su segundo triunfo consecutivo e ilusionarse con los octavos de final. Pasó de pensar en no perder la categoría a estar a un partido de la clasificación a los playoffs.
El Lobo jugó suelto, sin los nervios y la presión que tantas veces le jugaron una mala pasada. En esta oportunidad, una vez hizo pie y se terminó de meter de lleno en el partido, lo disputó con un nivel de concentración y convicción que pocas veces se le vio en el torneo.
Firme defensivamente, controlando y manejando bien los hilos en el mediocampo y letal en ataque, pegando en los momentos justos. Primero de la mano de Torres, goleador intratable del equipo que convirtió cuando el partido pedía un gol del Lobo, y, más tarde, durante un buen momento del Fortín y jugando de contra. El que apareció allí fue Merlo, que eludió a Marchiori y le bajó la espuma a la expectativa de empate del visitante.
Un partido redondo para el equipo de Fernando Zaniratto, que se plantó ante un buen rival y no pasó sobresaltos. Se impuso en todas las líneas y fue merecido ganador. Ahora, cosa del destino, ya no mira el fondo de la tabla anual, sino que se ilusiona con el top 8 de la Zona B, donde comparte puntos con San Martín de San Juan y Sarmientos y llega a la fecha final con chances de clasificar.

