Diego Santilli logró un éxito pocas veces visto en la política argentina al hacerse cargo de una responsabilidad extremadamente sensible en las últimas elecciones: la de convertirse, casi por un capricho del destino, en el primer candidato a diputado nacional de un oficialismo en crisis, en el distrito electoral más importante y más esquivo.
Hay que decir que el “Colorado” cumplió con creces. No solo le puso el cuerpo a una campaña que —no por capricho— comparó con escalar el Himalaya en remera, sino que devolvió un resultado histórico al revertir una derrota por 14 puntos —equivalentes a más de un millón de votos— en una victoria.
Vale la pena repasar. Primero debió luchar contra un archivo demoledor: las declaraciones que le dedicaba, hace unos años, Javier Milei. Lo llamó “engendro”, “corrupto” y le atribuyó todos los comportamientos de la casta. Después tuvo que poner la cara por José Luis Espert, y lo hizo con gracia: “Marcá al pelado para votar al Colorado”, reclamó, al filo del ridículo. Finalmente, se bancó episodios complejos durante las recorridas, como la de Quilmes, donde un jubilado libertario agredió a una mujer.
Sin plegarse al tono petardero de La Libertad Avanza, el reelecto diputado nacional terminó convocando a las urnas a más de 700 mil bonaerenses que no habían participado de la elección de septiembre. Desplegó su agenda —con la seguridad al tope—, mantuvo su tono moderado e incluso le puso unas gotas de humor y simpatía. Todos ingredientes que en la campaña brillaban por su ausencia.
No es la primera vez que lo hace. En 2021 se probó el traje de primer candidato a diputado nacional y capitaneó el triunfo de Juntos por el Cambio en las elecciones de medio término. De hecho, tiene una marca envidiable: hasta 2023 sostenía un invicto ininterrumpido de 20 años como candidato, en contextos y posiciones muy variadas.
Solo los inexplicables giros de la política argentina pueden justificar su derrota en las PASO de 2023, cuando —arrastrado por la pobre performance de Horacio Rodríguez Larreta como postulante a la presidencia— se quedó sin la posibilidad de disputarle el sillón de Dardo Rocha a Axel Kicillof.
Santilli se convirtió en el héroe de La Libertad Avanza y se allanó el camino para tener su revancha en 2027. Ni el intendente de Tres de Febrero, Diego Valenzuela, que se comió una paliza seccional en la elección de septiembre frente a Gabriel Katopodis, ni José Luis Espert, con un estigma difícil de remontar por sus vínculos con Fred Machado, pueden hacerle fuerza.
Si logra algo de autonomía para edificar una candidatura a gobernador, podría incluso tender puentes hacia espacios que hoy parecen refractarios al libertarismo. Los viejos socios de Juntos por el Cambio ven en Santilli a un dirigente capaz de borrar límites ideológicos y viejas afrentas. Ahora todo está en sus manos.

