Hay que mirar a los ojos a una jubilada que compra dos tapas para tartas y una bolsa de pan y decirle que no le alcanza. La chica de la caja, que recién arranca su turno en un mayorista de Tolosa, en las afueras de La Plata, no se anima. Tampoco el cliente que le sigue en la fila y que se ofrece a pagar la diferencia. Sólo pone la cara la viejita cuando responde no, gracias, querido, antes de acomodar sus cosas en la bolsita y arrancar para la puerta.
Un empresario gastronómico top de Cariló, que se jactaba en temporadas anteriores de “cortar” cada noche a 50 clientes por falta de mesas, habla del “efecto pandemia”. Hay que remitirse a la época de los barbijos para encontrar salones semivacíos. A los segmentos más bajos del sector les va peor. Hay gente en la costa, pero no sale a la calle, no gasta, no asoma por los negocios.
“¿Cinco lucas un pomito de pegamento?”, le preguntan al ferretero. “No, dejá”. El ferretero, que no vio Un cuento chino, se encoge de hombros. Pasa el que sigue: tampoco compra, porque está todo muy caro.
A la señora jubilada de la bicicleta, a los ascetas del turismo y a los buscaprecios de la ferretaria no los ven. Los señores del Congreso, que negocian el DNU o la Ley Ómnibus y que en el fondo se contentan de que al ajuste lo haga un outsider excéntrico al que en privado tratan de loco.
No son casos aislados. Hace más de un mes que la gente no compra ni lo esencial. “Dos de cada diez personas no están pudiendo acceder a los medicamentos que necesitan”, se preocupó el ministro de Salud, Nicolás Kreplak. El dato surge de un relevamiento de CAME con información de farmacias de todo el país.
Aumentaron los alimentos, aumentó la nafta, los remedios, las prepagas. Los sueldos no aumentaron porque no hay plata. Todavía falta que se “sinceren” las tarifas de la luz, del gas y del agua. Los cálculos más conservadores estiman que se pueden multiplicar cuatro veces. En los segmentos más altos podría -debería- pegar más. ¿Y las tarifas diferenciadas para la zona fría? ¡Afuera! Si pagabas dos lucas, vas a pagar ocho. Si pagabas 10… ahí te quiero ver.
Ah, la matrícula de los colegios privados también aumentó. Algunos están cobrando un millón de pesos y sumaron una cuota en el año. Los Reyes Magos regalaron útiles escolares porque los padres saben que la vuelta a clases va a ser dolorosa. En serio: regalaron útiles. Es otro récord.
El gobierno de la Provincia de Buenos Aires empieza, de a poco, a mostrar que no le va a quedar otra que ir ajustando. Los estatales ya la ven venir.
Faltan seis semanas para que llegue marzo y al presidente Javier Milei le dura el éxtasis por la lección que -percibe él- le dio a Occidente en Davos. De reojo mira algunas variables económicas, pero lo que en verdad le interesa es cuántas reproducciones lleva el video de su discurso en Youtube.
El hombre de la motosierra, que llegó a la Presidencia para eliminar a la casta parece vivir dentro de una burbuja cuyas paredes le devuelven su propio reflejo. Será por eso que no la ve.