Juntos por el Cambio se embanderó detrás de la crítica al cierre de escuelas por la pandemia de Coronavirus. El regreso de las clases presenciales se convirtió en un objetivo político de la alianza, hoy desde la oposición.
Incluso María Eugenia Vidal, que retomó su actividad política en las últimas semanas con el lanzamiento de un libro y algunos episodios mediáticos, se pronunció al respecto. “Como mamá me siento aliviada de saber qué nuestros hijos mañana pueden ir a la escuela en la Ciudad. Espero que pronto pase lo mismo en la Provincia de Buenos Aires”, escribió en sus redes sociales.
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El pronunciamiento de Vidal obliga a revisar qué hizo su Gobierno y su espacio político en materia de educación entre 2015 y 2019.
INFOCIELO lo reflejó al detalle con la publicación del informe “Tierra arrasada”, en noviembre de 2019. Ajuste del gasto, atraso salarial, profundización del déficit en materia de infraestructura, cierre de escuelas y la muerte de docentes son algunos de los puntos salientes de la gestión de María Eugenia Vidal y de Gabriel Sánchez Zinny, ministro del área.
En materia de presupuesto, la incidencia del gasto en Educación sobre el gasto general se redujo año a año. Traducido: el Gobierno destinó cada vez menos recursos, de los que disponía, para mantener el sistema educativo.
En 2015, último presupuesto confeccionado por el gobierno de Daniel Scioli, era de casi 32 puntos. Al dejar la administración María Eugenia Vidal lo había achicado a menos de 27 puntos, el nivel más bajo en los últimos ocho años, como señaló con un hilo de tuits el ministro de Hacienda, Pablo López.
Comparado con la inflación, el gasto en educación perdió por goleada: 20 puntos por debajo del alza de precios generales. Esto se tradujo en peores sueldos, menos obras y más muertes.
Según distintos informes, Vidal dejó el 49.8 por ciento de las escuelas tiene “necesidades generales de mantenimiento”, el 35 por ciento tiene problemas en los techos, como filtraciones y roturas; el 19.3 tiene problemas sanitarios; al 21.4 le faltan aulas o edificios; el 12.3 tiene problemas eléctricos; el 6.6 por ciento muestra obras paradas; el 12.3 por ciento tiene faltante de gas y el 52 por ciento mobiliario faltante.
Se trata de fallas que se cobran vidas, como las de Sandra Calamano y Rubén Rodríguez, que murieron durante una trágica explosión producto de una fuga de gas en la escuela 49 de Moreno, en agosto de 2018. Para la comunidad educativa, claro, más que una “tragedia” fue “desidia” estatal.
Como señaló recientemente el gobernador Axel Kicillof, la administración Cambiemos dejó un verdadero hito histórico: el cierre de escuelas. “En la provincia de Buenos Aires, fue el primer período en donde se cerraron escuelas. Pero real, y sin pandemia, para, supongo, nunca más abrirlas”, se quejó el Gobernador.
Los datos marcan que sólo en 2018 cerraron 57 escuelas primarias y 9 escuelas secundarias, a pesar de que el aumento de la matrícula fue notable: en 2015 había 3.3 millones de alumnos y en 2021 cerca de 4 millones. Eso significa que hay menos espacios físicos para 700 mil alumnos más. Hacinamiento y sobrepoblación en medio de una pandemia. A pedir del coronavirus.
Pero no es lo único. Cambiemos decidió discontinuar, además, el plan Conectar Igualdad, que entregaba notebooks a alumnos de primaria y secundaria. “Lo bien que nos hubieran venido. Es criminal, en perspectiva, haber interrumpido ese programa”, lanzó Axel Kicillof al respecto.
Es cierto, en muchos casos haría falta conectividad para que la disponibilidad de computadoras se traduzca en una virtualidad eficiente. Vidal prefirió centrarse en ese aspecto y apostó fuerte a un plan para vincular a unas 8 mil escuelas.
“Hacemos esto porque no sirve de nada darles una computadora si no tienen acceso a internet”, se justificaba entonces, mientras apostaba fuerte a que los teléfonos celulares reemplazaran a las netbooks. Finalmente, no terminó siendo ni una cosa ni la otra, y la pandemia pasó factura.
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