Durante la gira presidencial por Estados Unidos, el ministro de Economía Luis Caputo aprovechó su paso por Miami y Nueva York para mantener reuniones con banqueros e inversores internacionales. En un encuentro privado organizado por JP Morgan, anticipó que el Gobierno presentará en los próximos 30 días un plan integral de política monetaria, con foco en ajustes de las bandas cambiarias, acumulación de reservas y recompra de deuda.
Sin embargo, el anuncio encendió un contrapunto con el propio presidente Javier Milei, que mantiene su rechazo a liberar el tipo de cambio. Según trascendió, el mandatario insistió en sostener la intervención del dólar durante todo 2026, con el argumento de que “un dólar barato garantiza previsibilidad e inflación baja”.
Caputo propone flexibilidad, Milei quiere control
Fuentes citadas por Bloomberg indicaron que Caputo explicó a los inversores que el Gobierno no planea una flotación libre del peso, pero sí un ajuste gradual de las bandas cambiarias. El esquema podría pasar de un deslizamiento del 1% mensual al 1,5%, dependiendo del comportamiento de los precios y la demanda de pesos.
El ministro también planteó que el Tesoro podrá comprar dólares dentro de las bandas, aprovechando momentos de alta liquidez para reforzar las reservas del Banco Central, algo que no ocurría desde abril. Asimismo, confirmó que el plan incluirá recompras de bonos soberanos (GD29 y GD30) y la emisión de un nuevo instrumento de “deuda por educación”, orientado a atraer financiamiento a menor costo.
Además, la recomendación de Pramol Dhawan, director de mercados emergentes del fondo Pimco, cayó como una bomba: pidió públicamente que el Gobierno dejara flotar la moneda argentina, generando un choque directo con la estrategia de Milei y confirmando la presión de grandes fondos internacionales sobre la política cambiaria.
Pero en la práctica, el rediseño del esquema cambiario enfrenta un límite político: el propio Milei. El cruce quedó en evidencia durante la gira estadounidense: mientras Caputo busca introducir mayor flexibilidad y microdevaluaciones graduales, fondos como Pimco presionan por una flotación más libre del peso. Milei, sin embargo, reafirma su postura de intervención total, priorizando la estabilidad de precios sobre la demanda del mercado financiero global.Según fuentes cercanas al equipo económico, el Presidente teme que una mayor devaluación se traslade rápidamente a precios, en momentos en que la inflación sigue por encima del ritmo de ajuste del dólar.
Inflación caliente y precios desbordados
Los relevamientos privados muestran que los precios volvieron a acelerarse. La consultora Econviews, dirigida por Miguel Kiguel, registró un aumento promedio del 1,1% en alimentos solo en la primera semana de noviembre, con subas destacadas en frutas, verduras y carnes.
En tanto, el índice “Changuito Federal” elaborado por Analytica mostró incrementos de hasta 5,3% en Tierra del Fuego y 4,3% en Chubut, con un fuerte impacto en productos básicos como el aceite, los lácteos y el queso crema. Los datos revelan que la inflación de alimentos ya supera ampliamente el techo de la banda de flotación que el Gobierno acordó con el FMI.
Pese a la presión de empresarios exportadores para “corregir” el tipo de cambio, Milei se mantiene firme. “El dólar barato es previsibilidad, es inflación baja”, le habría dicho al ministro, descartando una devaluación antes de 2026.
El respaldo de Estados Unidos y la nueva alianza financiera
Mientras el Gobierno argentino intenta sostener su esquema de flotación administrada, el Tesoro estadounidense refuerza su apoyo financiero. En abril, Washington intervino directamente en el mercado cambiario local con la venta de u$s 2.000 millones, en el marco de un paquete total de u$s 20.000 millones acordado con el Fondo Monetario Internacional.
La operación generó ruido político en Estados Unidos: bancos como JP Morgan, Wells Fargo, Goldman Sachs, Citi y Morgan Stanley debieron rendir cuentas ante el Congreso norteamericano por su participación en el llamado “rescate argentino”. La senadora demócrata Elizabeth Warren pidió explicaciones al secretario del Tesoro, Scott Bessent, y al titular de la Reserva Federal de Nueva York, John Williams, por el uso de fondos públicos para sostener al peso.
Pese a las críticas, fuentes diplomáticas admiten que las conversaciones entre Caputo y los bancos estadounidenses forman parte de un acuerdo político más amplio, orientado a garantizar estabilidad financiera en la región y sostener la gobernabilidad del programa económico argentino.
Un equilibrio precario
Con inflación en alza, presión de los mercados y un dólar que Milei se niega a liberar, el Gobierno busca un delicado equilibrio entre ortodoxia y supervivencia política. Caputo promete un plan “integral y consistente” para dentro de un mes. Pero mientras tanto, el peso sigue atado a una política que mezcla pragmatismo financiero, temor inflacionario y dependencia de la Casa Blanca.
Si se concreta el rediseño anunciado, sería el primer ajuste formal del régimen cambiario desde la llegada de Milei al poder, en un contexto donde la economía argentina depende tanto de la confianza de Wall Street como del pulso de los precios en las góndolas.

