Argentina quedó nuevamente aislada en un escenario internacional clave tras votar en contra de una declaración política aprobada por amplia mayoría en la Asamblea General de las Naciones Unidas, una decisión que profundiza el alineamiento del gobierno de Javier Milei con Estados Unidos y que generó un fuerte rechazo desde la Provincia de Buenos Aires.
El documento, respaldado por 176 países, propone un abordaje integral frente a las enfermedades no transmisibles y el fortalecimiento de la salud mental, dos problemáticas que concentran una parte sustancial de la carga sanitaria global. Sin embargo, Argentina y Estados Unidos fueron los únicos Estados que rechazaron la iniciativa, una postura que volvió a dejar al país en minoría frente a la comunidad internacional.

Desde el gobierno bonaerense, el ministro de Salud Nicolás Kreplak cuestionó duramente la decisión del Ejecutivo nacional y advirtió sobre las consecuencias políticas y sanitarias de este posicionamiento. “Cada vez peor. El negacionismo avanza”, expresó, y remarcó su preocupación por lo que definió como una “obediencia a decisiones e intereses ajenos a las necesidades de nuestra región”.
La crítica provincial no solo apunta al voto negativo en la ONU, sino a una orientación más amplia de la política exterior y sanitaria del Gobierno nacional, que en los últimos meses ha tomado decisiones en sintonía con la agenda impulsada desde Washington, incluso en temas sensibles vinculados al acceso a derechos y a la cooperación internacional en salud pública.
Para Kreplak, el rechazo a una iniciativa respaldada de manera casi unánime implica desconocer consensos globales orientados a mejorar la prevención, la atención y la inversión en sistemas de salud, en un contexto donde las enfermedades crónicas y los trastornos mentales siguen en aumento y afectan con mayor fuerza a los sectores más vulnerables.
La votación también reavivó el debate sobre el rumbo que adopta Argentina en los organismos multilaterales, especialmente tras la decisión del Gobierno nacional de retirarse de espacios de cooperación sanitaria internacional y su acercamiento a figuras y posiciones cuestionadas por amplios sectores de la comunidad científica.
Mientras la mayoría de los países avanzan en acuerdos comunes para enfrentar desafíos sanitarios complejos, la administración de Javier Milei vuelve a mostrar una estrategia de política exterior alineada de manera casi automática con Estados Unidos, aun cuando eso implique quedar aislada del consenso global y recibir fuertes cuestionamientos internos, particularmente desde los gobiernos provinciales.

