Un Cristo que no es tal, y una estética pseudo miamense, entre las principales curiosidades de la Escollera Sur y Norte del Puerto de Mar del Plata: dos grandes conjuntos de bloques de cemento que están próximos a cumplir 100 años.
El puerto de Mar del Plata es uno de los principales atractivos turísticos para quienes visitan la ciudad: más allá de las propuestas de entretenimiento en el lugar, este puerto artificial está “encerrado” por dos importantes escolleras que también ya se han popularizado como un atributo más característico de la ciudad de la provincia de Buenos Aires.
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Bautizadas como la Escollera Norte y la Escollera Sur cada una de ellas tiene su encanto particular. La primera tiene una extensión total de 1.050 metros (incluyendo su morro terminal), y la segunda cuenta con una extensión de 2.750 metros (también incluyendo su morro terminal). Las proporciones de las mismas quedan al descubierto por el registro de fotografías aéreas.
El puerto se inauguró en el año 1924, pero los esfuerzos para la puesta en condiciones del lugar donde sería erigido datan de 1911 y en 1913 se iniciaron formalmente los trabajos de construcción. Según el relato sobre la época, para construir la Escollera Sur debió montarse una grúa llamada Titán, posiblemente por sus grandes dimensiones. En cuanto a la Escollera Norte, el arraigamiento para la misma fue iniciado en diciembre de 1912.
El Cristo que no es cristo
Varios años de religioso veraneo en Mar del Plata me hicieron creer que lo que sobresalía en una de las escolleras marplatenses era la réplica de un Cristo. Así también lo pensarían miles y miles de visitantes que se han dado cita en la gran ciudad balnearia. Sin embargo, el Cristo que todos suponemos no es un cristo en sí, y el verdadero significado del mismo empatiza 100% con el entorno en el cual se encuentra: el monumento en el puerto rinde culto a la figura de San Salvador, patrono de los pescadores.
Y, por supuesto, qué otra mejor ubicación podría caberle a la escultura que no fuera la cercanía al puerto de la ciudad de Mar del Plata que se ubica sobre la costa del océano Atlántico.
El motivo que originó a la creación de esta obra, realizada por el escultor Emilio Manescau, tenía que ver con recrear la imagen de San Salvador para que los trabajadores del mar tuvieran una referencia en el ingreso al puerto. Para esto, la obra finalizada contemplaba también una luz que emanaría del corazón de la figura.
Desafortunadamente, el cometido no llegó, valga la redundancia, a buen puerto. La idea original quedó frustrada luego de que los fondos para ultimar los detalles del monumento fueran robados. Según indicó la nieta del artista, Constanza Manescau, fue él mismo quien dispuso de recursos económicos propios para lograrlo, pero aún queda por finalizar la misma siendo que no cuenta con esa luz para ser admirada desde lo lejos ni un revestimiento para protegerla de los rayos UV.
En la base de la figura de San Salvador es posible apreciar cientas de urnas funerarias de pescadores, junto con placas recordatorias y otros elementos, convirtiendo así a este rincón cercano al puerto en un sitio homenaje a quienes han vivido su vida en altamar y un espacio de gran impronta cultural e histórica para lo que fuera el desarrollo de la ciudad.
Street art, el estilo que Mar del Plata comparte con Miami
Contrastando con aquellos recuerdos nostálgicos de quienes ya no están, la Escollera Sur de Mar del Plata se destaca también por estar rodeada de colores e imágenes vibrantes.
De la misma forma que Miami tiene a Wynwood Walls, su rincón de murales realizados por artistas callejeros, o Berlín tiene su Berliner Mauer (muro de Berlín) decorado de forma llamativa con secuencias que narran la historia del lugar, Mar del Plata tiene un paseo atractivo en las instalaciones de la Escollera Sur.
Inaugurado en el año 2017 y presentado como “el mural más largo del mundo”, comprende más de un kilómetro lineal y casi cuatro metros de altura. En él, cientos de marplatenses, alumnos de escuelas públicas y privadas participaron de los diseños con más de 4.000 litros de pintura, donados por el Consorcio Portuario Regional Mar del Plata y una conocida firma de pinturas.
Las Escolleras como atractivo turístico
Así, en lo que fuera la Escollera Sur, declarada Patrimonio Histórico Nacional, accediendo en auto o caminando, se puede descubrir un cementerio de barcos, el monumento a San Salvador y un restaurante. En la Banquina de Pescadores se pueden observar las lanchas de pesca, lobos marinos y gaviotas; también se encuentra en su interior el Monumento al Hombre de mar realizado en mármol por el escultor italiano Leone Tommasi.
En la Escollera Norte se destaca un muelle de 220 metros utilizado para cruceros turísticos que está unido a la ciudad mediante una ruta pavimentada. También hay una base de submarinos, en un espacio reservado para la Armada Argentina; y un antepuerto, cuyo canal de acceso tiene una longitud de 700 metros.
El dron, y su piloto, detrás de las increíbles escenas
La aparición de nuevos dispositivos tecnológicos ha generado una verdadera revolución en cuanto a fotografía e imagen: que mayor calidad de las tomas, mayores espacios de difusión donde poder hacerlas circular y viralizarlas, o incluso innovadores ángulos a los que el ojo humano poco está acostumbrado. Entre ellos, el dron se ha convertido en un protagonista absoluto si de nuevas formas de admirar un destino se trata.
Con este objeto, la posibilidad de registrar de forma diferente los lugares ya conocidos y transitados resulta increíble y cada vez más personas se incursionan en el manejo del mismo, que no es algo lo suficientemente complejo como para que sea accesible a unos pocos, pero sí requiere de saberle sus mañas: así como sube, baja… y las primeras veces perder el control sobre el mismo y verlo caer puede ser algo estresante.
Quien ha sabido dominarlo perfectamente es Gonzalo del Campo, creativo no solo de hobby sino también de profesión: es creativo publicitario y actualmente trabaja para HBO como productor creativo, a cargo de promos tanto para televisión como para redes sociales: “Crear contenido es mi trabajo, pero también tengo como hobby hacer contenidos propios en fotos y videos” cuenta en diálogo con INFOCIELO.
Muchas de sus producciones son compartidas a través de su cuenta de Instagram @delcampolab, en donde muestra y hace eco de parte de la filosofía que lo llevó a comprarse un dron modelo DJI Mavic Air 2: “Siempre quise uno para explotar mucho más mi creatividad y ver todo desde otro ángulo”.
En cuánto a la técnica, advierte que si en la ciudad hay un viento mayor a 30km/h no se puede salir a volar: “Uso una App para ver la velocidad del viento durante todo el día y así elegir el mejor momento para sacar fotos aéreas… Mardel tiene demasiado viento”.
Consultado sobre cuál es el momento preferido para salir a la calle a hacer las tomas, Gonzalo detalla: “Me gusta salir a la mañana que hay poca gente, porque claro, todavía la gente cuando despegás un dron desde la vereda se te queda mirando como que estás manejando algo de la NASA, y la verdad es que no. El dron tiene un software muy simple y fácil para que todos con su debido entrenamiento puedan manejarlo, siempre con responsabilidad y cumpliendo las normativas legales. Pero se aprende muy rápido”.
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