Está claro lo que Gimnasia se jugará en los próximos tres partidos: la permanencia sigue en riesgo, el equipo no arranca y cómo se termine este sprint final marcará su futuro. Ahora bien: el técnico de su próximo rival está -en escala- también bastante comprometido.
Para Marcelo Gallardo, el River-GELP será una final. ¿Cómo? En términos deportivos, el deté necesita que su equipo gane para recuperar tonicidad, encaminar la clasificación a la Libertadores 26 y enderezar la nave. Porque el CARP está golpeado, viene de quedarse afuera de la Copa Argentina, sufrió otras eliminaciones durísimas (Talleres, Platense, Mundial de Clubes, Palmeiras) y no está en condiciones de perder más puntos. Pero hay más.

Simbólicamente, el Muñeco está en su peor momento histórico en River. Allí donde ganó más títulos que ningún otro entrenador, el hincha ha empezado a cuestionarlo. ¿Insultos? Imposible que ocurra aunque el deté es consciente de que el clima cambió, que ya su espalda de Arnold Schwarzenegger está bastante golpeada, que en silencio sus feligreses ya no le creen. No tienen en qué creer.
Tanto es así que -según las propias palabras del entrenador- “a fin de año se tomarán decisiones”. Y si sufre otro golpe que empieza a poner en jaque las chances de entrar a la próxima Copa Libertadores, no está claro si no decide pegar un volantazo y emigrar cuando finalice su contrato.
Gallardo se juega mucho, también. Por eso incluso a una semana de jugar el superclásico el Muñeco posiblemente evite preservar a los jugadores al límite (Rivero, Acuña, Martínez Quarta). Antes de Boca necesitará ganar en un estadio que bramará. Y Gimnasia entonces puede aprovechar esa situación.


