El proyecto encabezado por Foster Gillett para convertir a Rampla Juniors en un club moderno y competitivo arrancó con ilusión a fines de 2024, cuando la institución uruguaya adoptó la figura de Sociedad Anónima Deportiva (SAD) bajo su gestión.
Con el aval de una figura que venía vinculada al mundo del deporte internacional —y que en Argentina había estado involucrado con Estudiantes de La Plata— la expectativa era alta, pero lo real comenzó a distanciarse rápidamente del discurso.
Gillett, norteamericano de origen empresarial que ya había mostrado interés en clubes europeos y deportivos de distintas áreas, asumió el mando de Rampla en diciembre de 2024 con la promesa de inversión, profesionalización del club, refuerzos y ascenso rápido.
Un inicio poco alentador
El arranque fue calamitoso: en su debut bajo el nuevo formato, Rampla fue goleado 8-0 ante Colón, resultado que marcó simbólicamente el rumbo.
Tras una temporada plagada de derrotas, mala gestión y deudas, lo que parecía un salto hacia adelante se convirtió en un derrumbe institucional. El club, que en 2024 militaba aún en Primera División uruguaya, en 2025 descendió a la Segunda hasta culminar su caída y consumar el descenso a la Divisional C (tercera categoría, amateur) para 2026.
El balance negativo incluye pasivos millonarios: se habla de una deuda cercana a los 7.000.000 de dólares en un plazo de tres años, más otros USD 500 mil en sueldos atrasados para plantilla y empleados.
Además, la gestión fue cuestionada de modo público por ex directivos del club, que acusaron a la SAD de vaciar la institución, de tomar decisiones sin consulta y de perder contacto con su identidad barrial.
Una imagen desgastada
Este caso de Rampla Juniors se ha transformado en ejemplo de advertencia: una inversión internacional, una estructura de SAD que prometía modernidad, pero sin adaptación al contexto local, sin comprensión de la cultura del club ni construcción de sostenibilidad deportiva. El resultado fue la pérdida de la profesionalidad, un golpe simbólico para un club con historia centenaria.
¿Qué queda para Foster Gillett? Más allá de las promesas incumplidas, la imagen del empresario queda empañada por una gestión que no alcanzó a consolidarse, por sus vínculos (también en Argentina) que no mostraron el efecto deseado, y por un proyecto que desembocó en un fracaso deportivo y organizativo. Queda la pregunta de si este modelo de inversión es sustentable en clubes tradicionales, o si la figura del “inversor externo” necesita ajustes profundos para funcionar.
Verón y el acuerdo con Foster Gillett

Luego de la victoria de Estudiantes en el Clásico Platense, su presidente, Juan Sebastián Verón, brindó una nota en la que tocó varios temas de interés para la vida institucional del club. Entre otras cosas, y luego de mucho tiempo, la Bruja volvió a hablar del magnate estadounidense, Foster Gillett, y contó detalles acerca del fallido acuerdo.
No solo se refirió a eso, sino que de alguna manera dio por finalizado ese capítulo: “Quedó en eso. Tuvimos charlas, idas y vueltas, y la realidad es que no llegamos nunca a ponernos de acuerdo más allá del acuerdo que presentamos en la Asamblea, que fue de un préstamo y lo que él hizo con Medina que después llegó a Estudiantes”, contó Verón en diálogo con Somos Gelatina.
En ese sentido, respecto a las opiniones cruzadas que despertó esta búsqueda del club entre los hinchas, sostuvo: “El socio paga su cuota y elige la dirigencia, quién los va a representar. Después hay muchas cuestiones que no pasan por la decisión del socio sino por la Dirigencia”, explicó.