Los actuales problemas climáticos y socioeconómicos amenazan la seguridad alimentaria y medioambiental mundial. Uno de los términos que más están sonando últimamente es el concepto de sostenibilidad y es que el objetivo principal es que la producción de cultivos sea eficiente y sostenible, es decir, que haga un uso correcto de los recursos naturales y proteja el medioambiente.
Para lograr esto, es clave el uso de la agricultura inteligente, basada en tecnología como la teledetección, la robótica o la automatización. En el caso de la teledetección, participan tanto drones como satélites. En el caso de los primeros, son una alternativa realizar observaciones de muy alta resolución de cultivos y suelos, puesto que pueden volar y situarse a apenas centímetros de ellos. Por su parte, los satélites poseen sensores que permiten obtener resoluciones espaciales cada vez mejores y, al combinarse con índices de vegetación, proporcionan información de diagnóstico sobre el estado de los cultivos, los diferentes tipos de estrés que pueden sufrir, las condiciones del suelo o la existencia de maleza y/o enfermedades.
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El papel de los drones en la agricultura
Los drones para la agricultura son uno de los últimos instrumentos que han aparecido en el campo. Se trata de pequeños aparatos que se usan para sobrevolar el campo en busca de una visión más cercana de la planta y/o de un posible problema, pero sin la necesidad de tener que recorrer el campo a pie o en un vehículo. Su uso ya ha sido probado en otros sectores con éxito, de ahí su expansión a la agricultura.
Su mayor ventaja radica en la calidad de sus imágenes y su capacidad de maniobra, puesto que aquellos pequeños pueden volar entre las hileras de los cultivos para, por ejemplo, observar desde muy cerca los surcos. Asimismo, algunos de ellos incluyen sensores multiespectrales con los que detectar la reflectancia en bandas como la del borde rojo o la del infrarrojo cercano.
Sin embargo, los drones agrícolas no están exentos de desventajas. Las condiciones meteorológicas deben ser favorables (es decir, sin fuertes rachas de viento ni lluvia intensa) y en algunos países, el manejo de estos aparatos solo puede realizarse previa obtención de una licencia de operador de vuelo. Esto hace que su capacidad para aportar datos en series temporales sea irregular.
El papel de los satélites en la agricultura
El uso de los satélites en la agricultura no es nuevo, aunque su popularidad ha despegado en los últimos años. Son capaces de obtener información mediante el uso de los sensores montados en ellos, que toman imágenes de la superficie terrestre en intervalos regulares, lo que permite conocer el estado general del campo, tanto de los cultivos como del suelo. Dado que los satélites son polivalentes y se usan en múltiples sectores, al referirnos a la agricultura, dos de las misiones más conocidas por su longevidad son Sentinel y Landsat.
Cada satélite tiene su propia tasa de revisita, resolución espacial y sensores, de ahí que es importante elegir no solo un satélite que cubra la zona que nos interesa, sino que lo haga con la frecuencia, calidad y combinaciones de bandas ideales para nuestros intereses. Por ejemplo, las imágenes de Sentinel pueden tener una resolución de 60 m/px, superior a los 30 de Landsat, pero Landsat tiene una tasa de revisita de hasta 2 semanas, mientras que en Sentinel lo normal es 3-5 días.
Otro detalle a tener en cuenta es que los satélites equipados con sensores ópticos no podrán obtener información si hay nubes, mientras que aquellos que dispongan de sensores de radar sí podrán obtener información sin importar la climatología.
¿Cuál es la mejor opción, drones o satélites?
La realidad es que ambos sistemas no compiten entre sí, sino que se complementan y, en la medida de lo posible, lo ideal es usar ambos. Los drones tienen una mayor resolución espacial debido a que pueden volar cerca del objetivo, así como una mayor flexibilidad, pues, meteorología aparte, pueden usarse en el momento que se desee.
Los satélites, por su parte, ofrecen información de grandes extensiones de terreno y no requieren de ningún tipo de inversión propia, aunque la información está sujeta al vuelo del satélite y con cuánta frecuencia sobrevuela el mismo sitio.
Mejor control y toma de decisiones con conocimiento de causa
Tanto satélites como drones son herramientas con las que se eliminan conjeturas y prácticas poco eficientes en aras de tener una mayor cantidad de información real y fidedigna. Los satélites permiten monitorizar la siembra y la cosecha, así como el crecimiento de los cultivos; dado que sus imágenes abarcan enormes terrenos, es posible conocer la producción a nivel regional o incluso a nivel nacional. Esto permite estimar cuál será la producción en una temporada concreta y conocer qué cultivos son más populares en un determinado lugar.
Por su parte, los drones reducen la cantidad de combustible usada en el campo, ya que no es necesario desplazarse físicamente al lugar en cuestión. Además, su uso permite acceder a zonas de acceso remoto o complicado, lo que se traduce en una mayor eficiencia que visitando el campo de forma personal. El potencial de estas herramientas todavía no ha alcanzado su tope, por eso veremos más mejoras en los próximos años, así como una mayor adopción a nivel global.
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