La murga Caballeros provocó revuelo en Uruguay con una parodia basada en “El mercader de Venecia“, la célebre obra de William Shakespeare escrita a fines del siglo XVI. Sin embargo, una logia judía con fuerte presencia en el país vecino, la B’nai B’rith, exigió que el espectáculo sea censurado, alegando que reproduce estereotipos antisemitas.
El Carnaval uruguayo, una de las festividades más tradicionales, se encuentra en el centro de una controversia que podría trascender el Río de la Plata. Todo se inició cuando la mencionada agrupación judía aseguró que la obra carnavalesca “reproduce estereotipos falsos y perjudiciales, que alimentan el odio, la discriminación, y la judeofobia”.
La organización emitió un comunicado en el que sostiene que la actuación de Caballeros debe “modificar el contenido de su actuación”, y llamó a “Directores Asociados de Espectáculos Carnavalescos Populares del Uruguay y a la Intendencia de Montevideo en su calidad de organizadora del Concurso Oficial de Carnaval, a condenar este tipo de expresiones y garantizar la eliminación de todo tipo de discurso de odio del carnaval uruguayo”.
Además, subrayó que “el hecho de que las expresiones discriminatorias provengan de la obra original (de Shakespeare) no justifica de ninguna manera su elección por parte del conjunto”.
El pedido de la B’nai B’rith no se limitó a una condena pública: exigió a las autoridades del Carnaval uruguayo que intervengan y eliminen este tipo de expresiones de la competencia oficial.
La polémica no tardó en escalar. Algunos referentes de la política uruguaya se sumaron al debate con posturas divididas. Mientras que desde un sector se afirmó que la puesta en escena “es antisemitismo” y que “hay que parar la mano de una vez por todas”, otros recordaron que el Carnaval siempre ha sido un espacio de sátira y crítica, y que “El mercader de Venecia” es una obra de Shakespeare representada en todo el mundo desde hace más de cuatro siglos.
El argumento central de los críticos de Caballeros es que el personaje de Shylock, un prestamista judío, refleja estereotipos que son históricamente utilizados para discriminar a la comunidad judía. En la obra original, el personaje exige una libra de carne como pago de una deuda impaga, reforzando la imagen de la avaricia y la usura.
Aunque estas características forman parte del texto de Shakespeare, la logia judía B’nai B’rith insiste en que, en el contexto actual, resulta inaceptable su reproducción, incluso en clave humorística.
El debate en Uruguay tiene implicancias que podrían cruzar el Río de la Plata. Si esta murga llegara a presentarse en Argentina, podría enfrentar reclamos similares por parte de organizaciones como la DAIA, que en otras ocasiones han presionado para censurar contenidos considerados ofensivos para la comunidad judía.
Repercusión en Argentina
La diputada del PRO, Sabrina Ajmechet salió también al cruce del contenido de la murga Caballeros con un extenso texto en la red social X que refuerza la postura de la logia judía uruguaya:
“Una de las cosas más terribles del antisemitismo es que se termina normalizando. Terminamos aceptando que se digan cosas sobre los judíos, porque forman parte del sentido común. Que son avaros. Que son usureros. Que son los dueños de los medios de comunicación. Que manejan los hilos que controlan el mundo. Que se quieren quedar con la Patagonia argentina. Que el único país del mundo judío es un Estado genocida. Uruguay no es un país especialmente antisemita. Pero vemos cómo ahí el antisemitismo está aumentando, al igual que en Argentina”.
Lo llamativo es que esta discusión no se dio en otras puestas en escena de “El mercader de Venecia”, representada en infinidad de teatros del mundo sin mayores cuestionamientos.
La paradoja de esta polémica es evidente: a más de 400 años de su estreno, la obra de Shakespeare sigue despertando debates y, en este caso, hasta pedidos de censura. Al tiempo que algunos defienden la libertad artística y el derecho a la sátira, otros sostienen que ciertos contenidos deben quedar fuera de los escenarios.
En medio de la discusión, la murga “Caballeros” sigue adelante con su espectáculo, pero la controversia ya trascendió las fronteras uruguayas y reaviva un viejo dilema: ¿dónde termina la libertad de expresión y dónde comienza la censura?