La idea de la Dirección General de Juventud dependiente de la Municipalidad de La Plata no parece descabellada ni delirante, simplemente que algunos usuarios en redes destacan que es algo poco sincronizado con el difícil momento económico del país. La crítica irónica indica que colocar bebederos para perros en las calles de La Plata se enmarca dentro de políticas públicas un tanto alejadas de la realidad mayoritaria de la población, con necesidades más básicas que este “lujo” digno de ciudad de primer mundo.
La idea tampoco puede ser condenable desde lo económico, ya que el hecho de tener auspicios comerciales en cada uno de estos bebederos, hace suponer que no le cuesta nada al erario municipal su presencia en las arterias céntricas de La Plata.
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La polémica es simplemente algo conceptual.
EL ROL DEL ESTADO
Muchas personas sostienen que el estado existe para asistir temas más ligados a las necesidades básicas de sus ciudadanos, y que siquiera la idea de preocuparse por colocar bebederos plásticos en armazones de madera con logos de empresas privadas para que se hagan cargo del costo y manutención del adminículo, demuestra un grado de superficialidad al momento de trazar prioridades en esas políticas públicas.
Nadie dentro de esas sarcásticas críticas en Twitter e Instagram realizó objeción alguna a la necesidad que puedan tener los perros de proveerse de agua en la vía pública, sino que la divergencia va de la mano de que tipo de animales y en que zonas de la ciudad de La Plata se ubican tales bebederos para perros.
El posteo que originó las más variadas e insólitas réplicas decía: “Razones por las que quiero destruir esta ciudad”, e iba acompañado por la fotografía de esa especie de palangana plástica enclavada en un bastidor de madera, con las marcas de una ginebra y un símbolo japonés de una empresa de indumentaria en su superficie.
Luego de esa foto lo que más respuesta tuvo fue lo que denominaron el “nivel de chetaje en sangre“, aunque expresado con un término irreproducible.
También con sarcasmo, una mujer comparó políticas posibles a favor de los perros, frente a esta idea de la Dirección de la Juventud:
“Vamos a realizar castraciones masivas para evitar la sobrepoblación de perritos en la calle cagados de hambre? No, vamos a poner un bebedero en la vereda”.
A lo que la réplica fue: “igual el bebedero no es para perros de la calle, que se echan a escobazos. es para las mascotas con pedigree del chetaje local”, lo cual provocó una respuesta comparativa con humanos de esta situación perruna: “Obvio. Si el perro no usa chomba Kevingston no puede tomar ahí”.
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